LONDRES. Un científico dice que puede haber solucionado el misterio del abominable hombre de las nieves, la esquiva criatura simiesca del Himalaya: cree que es un oso.

 

Un análisis de ADN efectuado por el profesor de genética Bryan Sykes, de la Universidad de Oxford, sugiere que la criatura, también conocida como yeti, es descendiente de un antiguo oso polar.

 

Sykes comparó ADN de muestras de pelos extraídas de dos animales del Himalaya —que los locales identificaron como yetis— con una base de datos de genomas animales. Halló que compartían una huella genética con el maxilar de un antiguo oso polar hallado en el Artico noruego de hace por lo menos 40 mil años.

 

Sykes dijo el jueves que los análisis indicaban que las criaturas no estaban relacionadas con los osos modernos del Himalaya sino que eran descendientes directos del animal prehistórico.

 

Agregó que “podría ser una nueva especie, un híbrido” entre osos polares y osos pardos. “El próximo paso es ir allí y encontrar uno”.

 

Sykes pidió el año pasado a museos, científicos y aficionados al yeti a compartir sus muestras capilares que supongan pertenece a la criatura.

 

Una de las muestras que analizó provino de los restos momificados de un supuesto yeti en la región india de Ladaj, en el extremo occidental del Himalaya, y fue recogida por un montañista francés al que le mostraron los restos hace 40 años.

 

La otra fue un solo pelo hallado hace una década en Bután, a mil 300 kilómetros (800 millas) al este.

 

Sykes dijo que el hecho de que las muestras estuvieran tan lejos una de otra, y que fuesen tan recientes, sugiere que hay ejemplares todavía vivos.

 

“No puedo concebir que hayamos conseguido muestras de los dos únicos ‘osos de la nieve’ en el Himalaya”, afirmó.

 

Hallar una criatura viva podría explicar si las diferencias en apariencia y comportamiento con otros osos explican la descripción del yeti como un homínido alto y velludo.

 

“El ingrediente del oso polar en sus genomas puede haber cambiado su comportamiento de modo de actuar diferente y lucir diferente, y quizás caminar en dos patas con mayor frecuencia”, conjeturó.

 

La investigación de Sykes no ha sido publicada, pero dice que la ha sometido a la revisión de sus pares. Sus conclusiones serán difundidas el domingo en un programa en el canal 4 de televisión de Gran Bretaña.

 

Tom Gilbert, profesor de paleogenética en el Museo de Historia Natural de Dinamarca, comentó que la investigación de Sykes suministra una “explicación razonable”.

 

“Es mucho más fácil creer eso que si hubiese hallado otra cosa”, agregó Gilbert, que no participó en el estudio. “Si hubiese dicho que era algún tipo de primate nuevo, hubiera querido ver todos los datos”.

 

De todos modos el hallazgo de Sykes probablemente no pondrá fin al mito del yeti.

 

El abominable hombre de las nieves es una de varias criaturas simiescas legendarias —junto con Sasquatch y Bigfoot— que se dice viven en bosques o en montañas nevadas. Los científicos son escépticos, pero décadas de testimonios, fotos borrosas y versiones han mantenido la leyenda viva.

 

“No creo que el estudio dé consuelo alguno a los creyentes en el yeti”, opinó David Frayer, profesor de antropología biológica en la Universidad de Kansas, en un correo electrónico. Pero por otra parte “ninguna cantidad de datos científicos los despojará de su credulidad”.

 

“Si la motivación de Sykes al hacer el análisis es refutar la tontería del yeti, que tenga buena suerte”, sentenció.

 

Sykes dijo que sencillamente trataba de “aplicar un poco de ciencia a un terreno más bien incierto”.

 

“El yeti, el Bigfoot, está rodeado de mitos y engaños”, agregó. “Pero no puede inventarse una secuencia de ADN a partir de un pelo”.