Parecería que recientemente he estado en una racha de ni fu, ni fa en cuestión de restaurantes. Los he visitado, he tenido una buena experiencia, pero no recomendaría desviarte de tu camino o hacer malabares para conocerlos, como lo fue en el caso de La Taberna del Chanclas o el Anatol. Desafortunadamente, son pocos los restaurantes que ofrecen comidas fabulosas y experiencias memorables. No es cuestión de precio, sino de dedicación. Probablemente hay muchos más restaurantes en el DF que caen en esta categoría de ni fu, ni fa. Sin embargo, también hay otros que me sorprenden lo llenos que pueden estar a pesar de lo terrible que resulta la experiencia, como lo fue en el caso del Bello Puerto en la sucursal Santa Fe. Pero bueno, te cuento un poco más.

 

La Taberna del Chanclas

 

Si hubiese una razón por la cual hay que visitar este lugar, es por la atención personalizada de su dueño, Jean Claude Roches Herrerías, conocido como El Chanclas. Desde que uno llega se siente acogido con su trato amigable y atento, te sientes inmediatamente bienvenido. El Chanclas trabajó en el famoso restaurante madrileño Casa Lucio, cuya especialidad son los huevos rotos, inventados por el octogenario Lucio Blázquez. Todavía puedo ver la sonrisa pícara del Sr. Blázquez cuando en mi última visita le pregunté el secreto de sus huevos rotos. Me contestó que en realidad los huevos nunca los freía, sino que eran huevos asados en la sartén y volteados para que la yema estuviera tibia. Además las papas debían estar más cocidas que fritas. Sin duda, los huevos rotos están buenos en este restaurante, aunque, en lo personal, sentí que les faltaba un poco de cocción a las claras y más cocción a las papas. Entiendo que en Casa Lucio las papas nunca deberían estar crujientes, pero tampoco sentirse solo blanqueadas en aceite. La carta es ideal para tapear y cuentan con una amplia selección de vinos. La experiencia agradable y el servicio excelente. La comida era buena, pero aun así, no me transportó a viajar a regiones más allá de la Condesa.

 

Anatol

 

Ubicado en la planta baja del hotel Las Alcobas, es un restaurante informal en donde se sirve alta cocina rústica, combinando ingredientes frescos nacionales e internacionales, según lo definen. Podría llegar uno a la conjetura que el plato que más sirven es el flat bread de setas ahumadas, acompañado de tuétano, jus de ternera, parmesano reggiano, tomillo y aceite de trufa negra, o aunque sea, seguramente es el más escandaloso en cuestión de aroma. Durante mi visita, los aromas del aceite de trufa se percibían continuamente por todo el restaurante en camino a los comensales. La comida estaba buena, particularmente el hamachi con tartar de jitomate y limón amarillo de conserva, que me transportó a Marruecos. También probé su hamburguesa preparada con carne black angus y acompañada de queso idiazábal de Río Frío, relish de piquillos, alioli, mix de hojas y papas a la francesa, parmesano, romero. Suena mejor la descripción de lo que estaba. Sin embargo, lo que no me gustó de mi experiencia, fue que un mesero trató de vendernos una media botella de champaña que decía que valía 400 pesos y resultó valer mucho más. Afortunadamente, al ver la carta de vinos, desenmascaré sus negras intenciones. Sin duda, uno puede cuidar todos los detalles en un restaurante, pero si no cuenta con personal capacitado y honesto, pueden transformar una experiencia buena en una experiencia deshonesta que genera desconfianza en el comensal.

 

 

Bello Puerto

 

El lugar está decorado informalmente con sillas de madera y colores alegres en tonos playeros. Aunque el restaurante está dividido por una línea imaginaria en zona de fumadores y no fumadores, ésta permite el libre tránsito del humo por todo el establecimiento. La mayoría de los comensales toman cervezas y cocteles. En su carta, sólo manejan una botella de vino blanco. Pedí la botella y cuando llegó el vino, a temperatura sub-óptima, el mesero trató de ilustrarnos sobre el porqué tomar el vino blanco a la temperatura en que lo estaba sirviendo, muy lejos de la etiqueta básica del vino, con lo que sólo mostró su ignorancia y arrogancia. Empecé pidiendo los ostiones y almejas, que están descritas en el menú como vivas, lo cual resultó ser exagerado, ya que cuando llegaron a la mesa ni siquiera la acidez del limón invitó a las almejas a dar la más mínima muestra de vida. Ambos carecían de sabor, esto, según el mesero, dado que estaban bien lavados. Entendí por qué las mesas contiguas pedían mariscos acompañados de salsas picosas con combinaciones de Salsa Maggi, ya que sólo así se compensaría la falta de sabor del producto. Después pedí un aguachile de camarón, que sin duda fue lo mejor de la comida; estaba picosito, lo cual refuerza mi observación anterior sobre el producto que debe de venir acompañado de cualquier salsa que domine el paladar. Para terminar ordenamos un pescado a la talla que estaba fresco; pero las salsas, preparadas con mayonesa y gravy, en lugar de resaltar su frescura, lo hicieron un platillo mediocre. El servicio fue desordenado y olvidadizo. Era evidente la falta de trabajo de equipo entre los meseros para atender a la clientela. Me dio la sensación de que es un lugar más para parrandear o curar una cruda que para comer bien. ¡Este si es un lugar al que no regresaré!

 

Seguiré en mi búsqueda de compartir con ustedes experiencias memorables, pero por mientras espero que tengas un fabuloso día y recuerda, ¡hay que buscar el sabor de la vida!

 

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La Taberna del Chanclas
Aguascalientes 206, Col.Hipódromo Condesa
Tel. 5264-3997

 

Anatol
http://www.anatolkitchen.com

Presidente Masaryk 390
Polanco
Tel. 3300-39-50

 

Bello Puerto

Vasco de Quiroga 1900,

Santa Fe, México

Tel. 2591-05-40