Cuando dormimos, nuestro cerebro se deshace de la suciedad que acumulamos mientras estamos despiertos, de acuerdo con un estudio que puede dar nuevas pistas para tratar padecimientos como el Alzheimer y otros desórdenes.
Esta limpieza fue detectada en el cerebro de ratones dormidos, pero los científicos creen que hay razón para pensar que lo mismo sucede con las personas.
De ser así, el hallazgo podría implicar que para la gente con demencia y otros desórdenes psicológicos «dormir tal vez sea todavía más importante para hacer más lento el avance del daño», declaró Clete Kushida, directora médica en el Centro Stanford de Medicina del Sueño.
La gente que no duerme lo suficiente tiene problemas para aprender y tomar decisiones, además tarda más en reaccionar, pero a pesar de décadas de investigación, los científicos no logran ponerse de acuerdo en el propósito básico del sueño. Se teoriza que las razones son desde procesar la memora hasta ahorrar energía para regular el cuerpo.
El más reciente trabajo, realizado por científicos del Centro Médico de la Universidad de Rochester, aporta nueva evidencia a una teoría antigua: cuando cerramos los ojos, nuestro cerebro comienza a limpiarse.
Anteriormente, el equipo encontró una red de tuberías en los cerebros de los ratones a través de la cual se desaloja el desperdicio celular. Para el nuevo estudio, los científicos inyectaron beta-amiloide en los cerebros de los ratones, una sustancia que se acumula cuando hay Alzheimer, y siguieron su movimiento. Determinaron que se movía más rápido en los ratones dormidos que en los despiertos.
El equipo también se percató de que las neuronas tienden a encogerse durante el sueño, lo que reduce el espacio entre las células. Esto permite que la suciedad pase más fácilmente a través de ese espacio.
Aunque el trabajo fue con cerebros de ratón, la doctora Maiken Nedergaard, la principal investigadora, dijo que este sistema de tuberías también existe en perros y babuinos, y es lógico pensar que el cerebro humano también se deshace de las sustancias tóxicas. Nedergaard dijo que el siguiente paso es observar el proceso en cerebros humanos.