BOSTON. Alberto Peniche Vargas cruzó uno de los puentes fronterizos desde el estado mexicano de Tamaulipas a Texas para regresar al país que lo vio crecer, donde fue a la escuela, donde están sus amigos de infancia y sus mejores recuerdos.

 

Esperaba tener la misma suerte que su hermana María Inés, de 22 años, que hace tres meses también cruzó la frontera, pero por el estado de Arizona, y pidió asilo en una acción planificada por activistas que ayudan a jóvenes a regresar a los Estados Unidos.

 

Un año después de salir de Estados Unidos, los hermanos Peniche se sintieron extranjeros en México y decidieron regresar para pedir el amparo de la iniciativa presidencial sobre los “dreamers”. Descubrieron que su futuro depende en gran medida de la suerte.

 

Gracias a la publicidad y la presión pública, María Inés y otros ocho “dreamers” fueron liberados dos semanas después. Ella debe presentarse ante un juez en Arizona en abril próximo para sustentar su petición de asilo.

 

Alberto, de 20 años, está detenido en El Paso, Texas, desde el 30 de setiembre. Podría ser deportado si las autoridades concluyen que no hay “temor creíble” de persecución en su país de origen, requisito esencial para conceder el asilo.

 

El abogado David Bennion, que representa a Alberto y los otros jóvenes, expresó en entrevista telefónica con The Associated Press la esperanza de que el presidente Barack Obama cumpla su promesa de apoyar a los “dreamers”, como se llama a los jóvenes cuyos padres ingresaron a Estados Unidos sin autorización, llevándolos consigo. Al llegar eran menores, ahora reclaman estatus legal. El presidente Obama “dice que apoya a los ‘dreamers’… Él debería apoyar a los que están detenidos en El Paso y liberarlos”.

 

María Inés confía en que su hermano sea liberado y puedan reencontrarse pronto. “Lo primero que va a hacer es venir a Revere”, dijo la joven frente a la vivienda donde crecieron. “Será como volver a casa.”

 

Alberto tenía ocho años y María Inés 10 cuando llegaron a los Estados Unidos junto con sus padres en busca de mejores oportunidades. Hasta que hicieron maletas y regresaron a su México natal a mediados del 2012, los Peniche Vargas vivieron en Revere, un barrio de obreros e inmigrantes ubicado junto al mar, a 15 minutos de Boston.

 

El caso de los hermanos Peniche simboliza el drama de los jóvenes inmigrantes sin autorización a los que no alcanzó la suspensión temporal de deportaciones que aprobó el gobierno de Obama en 2012.

 

Según el Servicio de Inmigración y Ciudadanía de los Estados Unidos, hasta julio de 2013, el decreto ejecutivo ha beneficiado a más de medio millón de “dreamers”. La medida permite que los jóvenes obtengan permisos temporales de trabajo por períodos renovables. Pero sólo se aplica a los que se encontraban viviendo en los Estados Unidos hasta el 15 de junio del 2012.

 

Los Peniche Vargas salieron de los Estados Unidos el 12 de junio del 2012, tres días antes del anuncio de la disposición del Ejecutivo. María Inés, quien había abandonado sus estudios universitarios en Boston para trabajar y ayudar a su familia, convenció a sus padres de regresar a México. La madre había sufrido un coma diabético, el padre había perdido su trabajo en un restaurante, y la joven mantenía a la familia con su trabajo de cajera en un restaurante McDonald’s.

 

“Les dije, ‘Yo ya no tengo futuro’, ‘Mi sueño se derrumbó’ y después que se graduó mi hermano, les dije, ‘¿Qué estamos haciendo aquí?”’, recordó María Inés.

 

Extranjeros en su tierra natal 

 

Al año de vivir en México, María Inés tuvo las mismas dudas. Ella y su hermano se sentían extranjeros en su tierra natal. Desconocían la historia mexicana, hablaban español con errores y les era difícil hacer amigos. Cuando se contactó con los que podían ayudarla a regresar a los Estados Unidos, María Inés se dio cuenta que su país estaba al otro lado de la frontera. Para los activistas, su misión es ayudarlos a volver a casa.

 

“Por haber pasado tanto tiempo en los Estados Unidos, tienen lazos fuertes con este país”, dijo Benito Miller Deale, uno de los organizadores. “Y eso los expone a peligros de secuestro”.

 

Poco después de llegar a Boston, María Inés logró ser readmitida en su universidad, Pine Manor College, donde estudia relaciones internacionales. En una de sus primeras salidas después de su regreso, visitó Revere y recorrió la playa. “Suena cursi, pero extrañaba la brisa del mar”, dijo María Inés.

 

Una mañana reciente, cuando visitaba la casa donde creció, se encontró con vecinos y amigos de la infancia que aún los recordaban.

 

“Son muchachos ejemplares y luchadores”, dijo Maryory Rivera, que les alquiló el tercer piso donde vivieron sus primeros años. “Pasamos muchas navidades juntos. Crecieron aquí”.

 

Alberto jugó en el equipo de fútbol americano de su escuela secundaria y es fanático de los equipos de béisbol, hockey y fútbol americano de Boston. Para él, Revere es su ciudad natal, así figura en su página de facebook. Su sueño es jugar fútbol americano en un equipo universitario, dijo María Inés.

 

“Alberto es más de aquí que yo”, dijo María Inés, que habla español mejor que su hermano. “Estoy feliz de poder cumplir mi sueño de ir a la universidad, pero lo que me falta es tener a mi hermano y a mi familia aquí”.