“Lo que encontré en Estados Unidos es que hay mucha comida que se llama mexicana y que no lo es. Es una buena comida regional, con reminiscencias mexicanas, como la texmex, calmex, newyorkmex, o chicagomex. Tienen toda su razón de ser, pero el hecho es que está muy desvirtuado el concepto de lo que es comida mexicana. A través de mi trabajo, me esfuerzo en decir ‘esto es México’”, destaca.
En Oaxaca, Iliana tuvo una importante trayectoria restaurantera a través de la primera versión de El Naranjo, establecimiento asentado en el centro histórico de la capital de ese estado que recibió reconocimientos de publicaciones como el New York Times y Bon Appétit, además desde luego de la atención de la crítica mexicana y el entusiasmo de los comensales.
Desgraciadamente la inestabilidad política y social generada por los conflictos con los maestros, en 2006, provocaron, como en el caso de otros muchos negocios en Oaxaca, el cierre del restaurante.
Junto con su esposo, Ernesto, y sus hijas, Iliana emigró a Estados Unidos, integrándose a la plantilla docente de The Culinary Institute of America (CIA) en San Antonio. Su presencia fue un detonante para la proyección de la auténtica cocina mexicana a través de sus expresiones regionales, primeramente con el conocimiento y la acción de la propia Iliana y, en paralelo, con la invitación a diversos chefs y cocineras nacionales para brindar sus conocimientos a partir de talleres y seminarios.
UNA VISIÓN REAL DE MÉXICO
Luego de este importante paso por una de las máximas instituciones de educación gastronómica a nivel mundial, Iliana retornó al sector restaurantero. Primero con El Naranjo Mobile, food truck y servicio de catering; y ahora con El Naranjo restaurante, que ha sido calificado como el mejor de su rubro en Texas y entre los mejores de Estados Unidos.
Las vivencias infantiles, con una madre que era estupenda cocinera, y un padre que gustaba de los grandes guisos, ya fuera en mercados o en restaurantes ‘de manteles largos’ fueron decisivas en su vocación culinaria.
Intensa y minuciosa investigadora de las tradiciones gastronómicas de México, De la Vega ha hecho de El Naranjo, en Austin, un honesto escaparate de los sabores auténticos de las culinarias regionales, con un especial cuidado en la selección de los ingredientes y la aplicación de las técnicas debidas en la elaboración de salsas, moles y pipianes, por ejemplo. El resultado es un escenario que refleja sin complicaciones la riqueza de México y el oficio de una cocinera nutrida por los valores familiares, las vivencias en la opulenta y envolvente Oaxaca y el sentido de análisis de las tendencias contemporáneas.
“A veces ni en México tenemos idea sobre lo que en verdad es y representa nuestra cocina. Es cuestión de estudio a fondo, de ver de dónde vienen los ingredientes, cómo llegaron, de dónde son.
“En mi caso ha sido una investigación personal de muchos años para llegar a conclusiones de por qué estoy cocinando así y no de otra manera. Un factor importantísimo son las historias que tienen los ingredientes y las recetas en México. Son una maravilla: no creo que en este momento alguien pueda crear algo mejor que un mole, por ejemplo”, dice.
“Hace poco un bloggero hizo una evaluación de los mejores chilaquiles de Austin y nos ubicó en el séptimo lugar de la lista. ¡Su justificación para no darnos un sitio más alto es que no servíamos los chilaquiles con tocino, salchichas o papa hash brown! Además argumentaba que no servíamos frijoles con los chilaquiles. Está claro que si quieres una orden, puedes pedirla; pero si me piden chilaquiles es lo que sirve, a la manera más tradicional”, expresa Iliana de la Vega.
Fotos: Cortesía