El ex presidente de la República Felipe Calderón dejó una especie de bomba de tiempo para los mexicanos: una deuda de 5.3 billones de pesos a ser pagada por los contribuyentes.
“Sí hubo un incremento de deuda durante la época de Calderón, y fueron nueve puntos como proporción del producto interno bruto (PIB) en sólo cinco años”, aseguró Luis Foncerrada, director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).
“Se dice que México tiene cancha para endeudarse, pero es un disparate; entre más se incrementa se pagan más intereses y se come una parte del presupuesto”, manifestó.
Según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), las finanzas públicas del país tenían una deuda de dos billones de pesos al cierre de 2007, la cual al último año del sexenio de Felipe Calderón terminó en 5.3 billones de pesos.
Durante ese período estuvieron al frente de la Secretaría de Hacienda Agustín Carstens, actual gobernador del Banco de México (Banxico), Ernesto Cordero, actualmente senador por el PAN, así como José Antonio Meade, hoy titular de la secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
La dependencia también revela que hubo un alza en la deuda de los estados y municipios, la cual en 2007 estaba en 186 mil millones de pesos y terminó el año pasado en 434 mil millones de pesos.
En 2008, el gobierno comenzó a incurrir en la contratación de deuda bajo el argumento de que necesitaba una inyección de capital en la economía mexicana para hacerle frente a la crisis financiera provocada por la quiebra del banco de inversión Leman Brothers, recordó el representante del organismo dependiente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE).
La administración de Calderón tuvo una mala conducción de las finanzas públicas, porque destinaron muchos recursos al gasto corriente y es hasta los últimos dos años cuando etiquetaron más capital a la construcción de infraestructura, expresó Foncerrada.
“La deuda no se puede explicar por el sobreejercicio del gasto público, sino el único motivo es que las fuentes de financiamiento requirieron de un servicio mayor”, comentó Leticia Armenta Fraire, directora del Centro de Análisis Económico del Tecnológico de Monterrey.
“La deuda no se puede asociar a un solo sexenio, porque venimos pagando desde años atrás y la deuda previa genera intereses y se suma a la nueva contratación”.
La economista agregó que la Secretaría de Hacienda tuvo que pactar con los acreedores los plazos y las tasas, además de renegociar el pago de la deuda ya existente.
“Si la solución fuera la deuda ya no hubiera pobres en el mundo, entonces nos pueden meter en aprietos, porque puede cambiar la percepción de los inversionistas mexicanos y extranjeros y se pierden el apetito del papel”, expuso Luis Foncerrada.
Dijo que la colocación deuda interna, como bonos y cetes, aumentó mucho entre los extranjeros, lo cual es el tema más delicado y se encuentra en un foco amarrillo fuerte, tomando en cuenta que el día en que no haya tasas de interés atractivas dejan el mercado mexicano.
“Es una deuda externa disfrazada en pocas palabras, que equivale al monto de la reservas internacionales”, dijo el investigador del CEESP.
Deutsche Bank considera a través de un análisis que permanece el momento mexicano, porque hay un ánimo positivo para la inversión en el país.
Sin embargo, el optimismo de Deutsche Bank no es generalizado, debido a que no considera el Índice de Precios y Cotizaciones, principal indicador de la Bolsa Mexicana de Valores, que acumula este año una baja de 7.2%, respecto a las ganancias de 20% de mercados accionarios desarrollados y de otros países emergentes, señala el Grupo Financiero Ve por Más.
El momento mexicano se ha estancado, dijo por su parte Irene Mía, directora regional para Latinoamérica de la Unidad de Inteligencia de la revista The Economist.
“El Mexican Moment, ese concepto en el que el país podía encabezar la estabilidad y crecimiento económico originado en países emergentes que inició este sexenio, se ha estancado y actualmente la nación vive una situación muy incierta, no sólo por la implementación de las reformas energética y hacendaria, sino porque las protestas sociales podrían limitar o cambiar el alcance de dichas reformas”, aseveró.
La actividad económica de México aceleró el paso en julio, gracias a que el sector servicios creció a su mayor tasa en ocho meses, lo que pudo compensar el tropiezo de la producción industrial vinculada a Estados Unidos, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
El desempeño de la economía, medido a través del Índice Global de la Actividad Económica (IGAE), tuvo una expansión de 0.47% en julio, tras el tímido desempeño del 0.03% del mes previo, dijo el organismo encargado de las estadísticas de este país.
Enrique Peña Nieto plantea un déficit sin una caída de 6% de la economía mexicana, y eso es lo que nos preocupa, comentó Luis Foncerrada.
Agregó que el gobierno no se quedó sin dinero y conseguirá más financiamiento para gastarlo; y eso se convertirá en un problema, porque te dejará una deuda de 14% como proporción del PIB.
“El crecimiento sostenido lo tienes con una fuerte inversión en infraestructura y el planteamiento de inversión es para CFE y Pemex. Pero eso no te impulsa la inversión”, agregó el director del CEESP.