El 8 de agosto de 2013, Lavabit suspendió sus operaciones.

Ladar Levison, el dueño del servicio de correo electrónico encriptado que desde 2004 daba comunicación a más de 400 mil clientes, dijo que fue forzado a tomar una decisión difícil.

 

“Convertirme en cómplice en crímenes en contra de los estadunidenses o alejarme de casi 10 años de trabajo duro, al cerrar Lavabit”.

 

El mensaje en su página de internet está abierto a interpretaciones:

 

“Después de una significativa búsqueda de mi alma, he decidido suspender operaciones.

 

“Desearía poder compartir con ustedes legalmente los problemas que me empujaron a tomar esta decisión, pero no puedo.

 

“Siento que mereces saber qué es lo que está pasando –la primera enmienda supuestamente garantiza mi derecho a hablar en situaciones como esta. Desafortunadamente, el Congreso ha aprobado leyes que dicen lo contrario.

 

“Como están las cosas, no puedo compartir mis experiencias de las últimas seis semanas”.

 

Ladar Levison dijo en su carta que no sabe lo que pasará, por lo mientras, se prepara para luchar contra Estados Unidos.

 

Una decisión favorable, explicó, le permitirá resucitar Lavabit como una empresa estadunidense.

 

Ladar Levison dice que esta experiencia le enseñó una importante lección: no le recomendaría a nadie confiar sus datos privados a una compañía con vínculos físicos con Estados Unidos.

 

•••

Esta es una historia que el gobierno de Estados Unidos no desea que se conozca. Es la historia de Lavabit, la empresa especializada en el servicio de correo electrónico encriptado que tenía como cliente a Edward Snowden.

 

El gobierno de Barack Obama está tratando de penetrar en un sistema que fue fundado con el simple propósito de la privacidad.

 

Para Lavabit, darle al gobierno acceso ilimitado a todas las cuentas de sus usuarios sería desastroso, pues es su misión darle seguridad a las comunicaciones de todos sus clientes.

 

El gobierno no tiene bases para solicitar que Lavabit ciegamente entregue una Master Key y exponga a todos sus usuarios a la invasión de su privacidad.

•••

El 10 de junio de 2013, cinco días después de que The Guardian comenzó a publicar los documentos top secret que les entregó el ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional, el gobierno de Estados Unidos emitió una orden que solicitaba a Lavabit entregar toda la información que generara y recibiera la cuenta del hombre que reveló las técnicas y mecanismos de espionaje masivo que tiene en marcha la nación más poderosa del mundo.

 

Lavabit debía entregar nombres (de suscriptor, usuario y pantallas); direcciones (correo, residenciales, de empresas); conexiones telefónicas (en cualquier parte del mundo, todos los números); el tiempo del servicio y tipo de servicio; dispositivos utilizados (teléfonos o computadoras); otros números de identificación o identidad (como protocolos IP); formas de pago y servicios (números de tarjetas de crédito, cuentas bancarias y facturaciones).

 

Ladar Levison debía entregar en secreto todos esos datos de Snowden, en tiempo real. Para ello tenía que colocar una trampa digital. El FBI debía tener toda la información, sin demora, pues una investigación criminal estaba en marcha.

 

Pero el dueño de Lavabit no cumplió. El 28 de junio agentes del FBI fueron a su casa, en Dallas, Texas. Le entregaron las órdenes de intercepción de información en su empresa, contra la cuenta de Snowden. Les dijo que técnicamente eso no era posible. A pesar de la presión del FBI, hizo caso omiso. Para desencriptar una cuenta, había que entregar todos los códigos.

 

El 16 de julio tenía que presentarse ante una corte en Virginia, para explicar por qué no hacía caso. Le dijeron que tenía que dar las claves.

 

La batalla se prolongó. Una y otra vez le dijo al gobierno de Estados Unidos que su empresa ofrecía seguridad y que no podía traicionar a sus clientes. Es más, argumentó que después del caso Snowden difícilmente alguien querría tener su información confidencial en manos de una empresa estadunidense. Entonces, por qué arriesgarse.

 

Estados Unidos exige una llave maestra, para leer todo lo que producen los 400 mil clientes de Lavabit.

 

El 1 de agosto, le dijeron a Levison que tenía 24 horas para entregar la clave, y que pagaría cinco mil dólares por cada día que siguiera interrumpiendo la investigación contra Snowden.

 

Entregó cinco llaves para encriptar información, que contenían 512 caracteres cada una, en total, dos mil 560 caracteres. El FBI los ingresó a los sistemas manualmente, una y otra vez marcaban las máquinas que eran incorrectos. Se quejaron, horas de trabajo tirados a la basura.

 

Antes de que volvieran a encontrarlo, Ladar Levison cerró Lavabit.