Los ataques en Michoacán fueron producto de una operación bien planificada, que mostró capacidad de despliegue y equipo, al utilizar armas de combate como granadas y subametralladoras, con objetivos perfectamente definidos para causar daños económicos y de servicios básico en una región en el que habita el 20% de la población de Michoacán.

 

Estos son los primeros reportes que forman parte de las investigaciones que llevan a cabo autoridades federales y estatales, y que muestran que el grupo armado que cometió los ataques tiene información precisa sobre blancos estratégicos, como los de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y que al dañarlos se provocó fallas en el servicio de por lo menos 14 pozos de agua y la principal planta potabilizadora de Morelia.

 

Los ataques a las seis estaciones de servicio, coincidieron los funcionarios del gobierno consultados, no se trataron de un hecho independiente, sino que buscan incrementar el bloqueo de gasolina que se ha tenido, desde hace un mes, en la zona de conflicto, y deteriorar más la economía de la región.

 

“Es una clara intención de mostrar fuerza y de capacidad para colapsar económicamente a regiones con la falta de energía, agua y combustible”, explicó un funcionario consultado.

 

La información de inteligencia muestra, por ahora, que el principal responsable de los ataques cometidos el pasado fin de semana sería el cártel de Los Caballero Templarios.

 

Las fuentes consultadas reconocieron que falló el despliegue de fuerzas de seguridad que, desde mayo, se instalaron en la zona de Tierra Caliente michoacana, lo mismo que la seguridad en las subestaciones de la CFE, que son catalogados como puntos estratégicos para la seguridad interior.

 

Los funcionarios también aceptaron que todavía no se ha desarrollado la suficiente inteligencia estratégica en las Fuerzas Armadas, la Policía Federal y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), que permita identificar la infraestructura, los lugares en donde se esconden, la forma de obtener las armas y el apoyo que tienen en las comunidades o dentro gobierno, tampoco han logrado intervenir sus comunicaciones para detenerlos e impedir más ataques.

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Táctica y estrategia

 

El sábado por la tarde, unas 3 mil personas, entre pobladores y grupos de autodefensa provenientes de Aguililla, El Aguaje, Tepalcatepec, Buenavista, Santa Anna, Catalina, Las Colonias, la Ruana, acudieron a la presidencia municipal de Apatzingán para manifestarse contra el cártel de Los Caballeros Templarios.

 

El líder del grupo de autodefensa de la comunidad de La Ruana, Buenavista Tomatlán, Hipólito Mora, relató en entrevista con 24 Horas, que cuando ingresaron  al municipio fueron desarmados por el Ejército y cuando estuvieron en la plaza, francotiradores vestidos como “paisanos” dispararon en su contra.

 

“El problema está en que permitieron pasar personas sin armas para negociar al palacio municipal de Apatzingán y estando allá hubo personas que nos empezaron a disparar desde las azoteas de las casas”. Incluso afirmó que hubo detonación de granadas, pero solamente hubo dos heridos, “gente que no traía armas”.

 

Un segundo ataque se registró horas más tarde, entre la noche del sábado y la madrugada del domingo. Civiles armados dispararon contra los grupos de autodefensa ubicados en el poblado de Naranjo de Chila, municipio de Aguililla.

 

“Llegaron Templarios a atacarlos, pero por fortuna de nosotros sólo hubo una baja y de ellos hubo unos 12”, detalló Mora.

 

Las autoridades federales y estatales llegaron una hora después del ataque, aseguró.

 

Paralelamente a este enfrentamiento, pero en otros puntos del estado pequeñas células armadas cometieron ataques en 18 municipios, en más de una decena de subestaciones eléctricas de la CFE, seis gasolineras y una tienda de conveniencia.

 

Estos ataques, cometidos en un rango de 140 kilómetros, ocurrieron en un lapso de 150 minutos, en ellos se utilizaron subametralladoras, granadas y bombas molotov.

 

Los daños causados a las subestaciones fueron en distintos rangos, en algunos casos sólo desconectaron equipos, en otros generaron incendios y rompieron vidrios y puertas, y en otros más provocaron daños graves. La falta de luz afectó a los 18 municipios, además se detuvo el suministro de agua, en lapsos de 10 hasta 24 horas.

 

Los ataques a las estaciones de servicio frenaron el flujo de combustible e incrementaron el desabasto, porque desde hace más de un mes, en la zona de Tierra Caliente, se detuvo el paso de tanques para surtir de gasolina, lo que ha provocado afectaciones en la producción del limón.

 

Ayer se aseguró que el bloqueo de combustible se extendió a Lázaro Cárdenas y ante el miedo de que se acentúe del desabasto, en Apatzingán se registraron largas filas de familias llenando botes con gasolina.

 

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