WASHINGTON. Cuando el presidente Barack Obama visitó Berlín en junio, la canciller alemana Angela Merkel le señaló el balcón de una oficina que tuvo frente a unas vías del tren que cruzaban la frontera del otrora dividido país, símbolo del lugar en el que ella había crecido en la parte oriental de Alemania, donde predominaban las escuchas telefónicas de la policía secreta durante la era de la Guerra Fría.
Aquel momento íntimo entre ambos gobernantes subraya la gran carga con la que la historia personal de Merkel influyó en su indignación ante las revelaciones de que la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA en inglés) había espiado su teléfono celular.
Este espionaje amenaza dañar la estrecha relación entre Obama y Merkel, que, hasta la fecha, se caracterizaba por la sinceridad y la confianza.
“Somos muy conscientes de que ella proviene de la parte oriental, lo cual acarrea una perspectiva histórica muy poderosa hacia el espionaje”, dijo Ben Rhodes, asesor adjunto de seguridad nacional de Obama.
Rhodes dijo que aunque la Casa Blanca confía en que la fuerza de la relación entre Obama y Merkel les permita sortear la actual controversia, “claramente lo hace más difícil cuando se la sorprende (a ella) con este tipo de revelaciones”.
Informaciones noticiosas basadas en las filtraciones del ex analista de sistemas de la NSA, Edward Snowden, dejaron entrever que Estados Unidos ha vigilado las comunicaciones telefónicas de 35 gobernantes extranjeros.
El hecho de que Merkel figurara entre ellos ha resultado perturbador en particular para muchos en Europa y el Capitolio, debido a su categoría de gran estadista, la gobernante de la economía más poderosa de Europa y una crucial aliada de Estados Unidos en asuntos de la economía global, las negociaciones nucleares con Irán y la guerra en Afganistán.
Obama, en llamada telefónica a Merkel, le dijo la semana pasada que Estados unidos no espiaba las comunicaciones de ella ni tenía planes para hacerlo en el futuro.
Sin embargo, esas garantías al parecer no tranquilizaron a la gobernante alemana, quien manifestó que “tiene que ser reconstruida” la confianza con Estados Unidos y que no debía haber “espionaje entre amigos”.
Según un funcionario estadounidense, Obama fue informado en semanas recientes de que la NSA había espiado el teléfono de Merkel después de que la Casa Blanca emprendió una revisión amplia de los programas de vigilancia a raíz de las filtraciones de Snowden. El funcionario solicitó el anonimato porque no estaba autorizado a hacer declaraciones sobre el particular.