Ante lo que falta por hacer en materia de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en México, se tiende a caer en un pesimismo que provoca la pérdida de perspectiva. Con frecuencia se olvida que, hasta hace apenas unos años, el grueso de las compañías mexicanas concebía a la RSE como una serie de donaciones inconsistentes a causas que poco o nada tenían que ver con la empresa. La persona que decidía cuánto donar y a quién otorgar el monto muchas veces era la esposa del propietario de la empresa o incluso su secretaria. Si bien esta clase de dinámica no se ha desterrado por completo, lo cierto es que ya casi todas las organizaciones contemplan la necesidad de implementar una cultura de RSE más sofisticada y acorde con los desafíos actuales. ¿Cómo hacerlo? ¿Por dónde empezar? ¿Cuáles son las directrices que debe seguir el debate? El pasado 24 de octubre se llevó a cabo en el Museo del Papalote el congreso “Los seis principales estándares de RSE y sustentabilidad corporativa: presente y futuro”. El encuentro, organizado por Expok (despacho de asesoría y creatividad en RSE y sustentabilidad), sirvió como un foro para reflexionar no sólo respecto a la lógica de los estándares más comunes de responsabilidad social, sino también en torno al estado general en el que se encuentran las organizaciones en la materia, tanto en México como en el mundo.

 

Alejandra Cisneros (Subdirectora de Tratados para Europa y Organismos Internacionales OCDE), Jorge Reyes Iturbide (Director del Centro IDEARSE y representante del GRI), Rodolfo Sagahón Velasco (Coordinador del Pacto Mundial México), Juan Felipe Cajiga (Director de RSE del Cemefi), Karla Guerrero (representante para la industria nacional en la creación del ISO 26000) y Luisa Montes (responsable de la investigación de la BMV en el Índice de Sustentabilidad), expusieron brevemente la historia y visión a futuro de cada uno de los estándares presentados. Los seis coincidieron en los siguientes puntos:

 

+La transparencia y la cadena de valor son temas sustanciales en el debate actual de la RSE. Una organización no puede autodenominarse como socialmente responsable si no cumple con reglas de transparencia frente a sus grupos de interés. Las generaciones más jóvenes acentúan la importancia de la transparencia casi por encima de cualquier otra variable. Por otra parte, todos los estándares se enfocan cada vez más al escrutinio de todos los integrantes de la cadena de valor con los que lidia la organización. De poco sirve que una empresa cuente con normas laborales de excelencia si no extiende ese nivel de exigencia a sus proveedores y cadena de producción.

 

+Los estándares son complementarios e incluyentes. En un mundo ideal, las organizaciones no deberían optar por instaurar un estándar por encima de otro. Al contrario, los estándares actuales son complementarios y lo deseable es que una empresa cumpla con varios de ellos. Los ponentes también coincidieron que la naturaleza expansiva de la RSE complica darle un carácter certificatorio a los estándares, si bien no descartan que esa posibilidad pueda ser discutida en un futuro, sobre todo en el marco del ISO 26000.

 

+El principal motor de avance de la RSE es el consumidor. Las demandas crecientes del consumidor, multiplicadas por el avance de las redes sociales, elevarán el costo de incumplir con las normas básicas de responsabilidad social y sustentabilidad. En cuestión de algunos años, el compromiso de adoptar programas de RSE será un “must”, no un “maybe”. Las empresas mexicanas deberían aprovechar la coyuntura y adoptar una nueva cultura, ahora que pueden hacerlo a su ritmo y en condiciones voluntarias. Mañana podrían enfrentar una realidad más adversa.

 

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