Los fantasmas del caso Monex y de la sesgada fiscalización de los gastos de la elección presidencial de 2012 se disipan. La sala de sesiones del IFE tiene otro ambiente: entre risas y bromas, cuatro consejeros disfrutan su último día luego de 287 sesiones.

 

Los primeros en llegar son Leonardo Valdés y Macarita Elizondo, son abrazados por doquier, los felicitan como si se hubieran quitado una pesada losa de encima. Gustosos posan para las fotos.

 

Leonardo Valdés, al frente de la herradura de la democracia (o de la simulación, como la llama la oposición) extiende los brazos en señal de triunfo. Ataviado con traje oscuro, corbata rosa y bien peinado, el consejero presidente pide orden para comandar su última sesión.

 

En la sala se notan algunas ausencias. La más visible es la silla vacía del consejero Francisco Javier Guerrero. Implica que la sesión inicia sin uno de los miembros salientes. Otras de las ausencias son los consejeros del Poder Legislativo: el senador Javier Corral, por el PAN y el diputado Héctor Hugo Roblero, del PT.

 

Zurita toma la palabra, en 15 minutos enlista una docena de logros de los cinco años y ocho meses que “piloteó” al IFE. Hace parecer al organismo electoral como intachable, una Disneylandia electoral, atrás quedaron los señalamientos de parcialidad por Monex y otros casos. Los representantes de los partidos políticos se miran entre sí desconcertados.

 

Sigue Alfredo Figueroa, en su discurso se despide por nombre completo de todos sus colaboradores y hace apreciaciones personales de cada uno de los siete consejeros restantes; Lorenzo Córdova lo mira con incertidumbre pero las risas se desatan con la primera broma de la noche: llama a María Marván la consejera más joven del instituto.

 

Francisco Javier Guerrero llega al recinto, en lugar de tomar su asiento y escuchar la sesión, saluda y bromea con quien se le pone enfrente.

 

Toca el turno a Macarita Elizondo, quien minutos antes de su participación irradiaba nerviosismo y daba vuelta a las hojas tachando una y otra vez su discurso. Al tomar la palabra su tono es nostálgico, asegura que el IFE “les robó el alma”. Al borde de las lágrimas dice tener la “conciencia limpia”. Francisco Javier Guerrero, en su intervención, acepta que cometió errores y que su experiencia en el IFE fue la “la más compleja de su vida”. Mientras, en la sala ya están más preocupados por la foto oficial que por escuchar los discursos.

 

Termina la sesión, tras media hora de fotos, los cuatro consejeros dejan de ser los protagonistas. Ahora, la pelota está en la cancha de los otros cuatro que se quedan.

 

En los pasillos del IFE corre la versión de que es Benito Nacif el ungido para llevar las riendas. En conferencia de prensa están los ocho consejeros, Nacif en la esquina derecha se ve tranquilo, como el jugador que, sabe, tiene la partida ganada.

 

En cambio, Marco Antonio Baños se nota alterado, un reportero pregunta quién es el indicado para asumir de presidente, Baños se apresura a tomar el micrófono y dice: “perdón que me incluya, pero todos, los cuatro, podemos hacerlo”. Comienza otra batalla en el IFE.