“Pues entonces mándalos a la chingada”, reclamó furiosa la diputada perredista, Ariadna Montiel, de pie en su curul, rodeada de reporteros y diputados que trataban de tranquilizarla para poder proseguir con la sesión ordinaria, donde se discutía un punto de acuerdo para solicitar información a la Secretaría de Obras del DF sobre los daños ocasionados por los integrantes de la CNTE en el Monumento de la Revolución.

 

Desde el momento que el presidente de la Mesa Directiva, el panista Héctor Saúl Téllez, subió a fundamentar su propuesta, los ánimos comenzaron a calentarse.

 

Los insultos aumentaban conforme las reclamaciones subían de tono. De tal grado era la tensión acumulada, que el diputado del Partido Verde Jesús Sesma, llamó  “gusano” al diputado del PRD, Vidal Llerenas, quien, inocentemente, había preguntado al legislador blanquiazul  que tendría que hacer el gobierno federal para resolver el conflicto magisterial.

 

La bomba estaba lista solo faltaba quien encendiera la mecha, y quien más que Manuel Granados y Ariadna Montiel, ambos perredistas, quienes subieron al pleno para pedirle al presidente de la Mesa Directiva que pusiera orden en la sesión, sin embargo, lo que menos encontraron fue una respuesta positiva.

 

Los perredistas amagaron con abandonar la sesión y cuando estaban a punto de hacerlo, el diputado de Nueva Alianza, Jorge Gaviño, pidió a la Mesa Directiva, pasar lista para ver quien faltaba en el salón.

 

La confusión y el caos se apoderaron de la Asamblea, pues mientras una parte de los legisladores del sol azteca quería abandonar la sesión, otra pequeña fracción subió al pleno para encarar al asambleísta de Acción Nacional. Un tumulto rodeaba a Héctor Téllez, quien antes de ser presa de los perredistas fue rescatado por sus compañeros Santiago Taboada, Gabriela Salido y Laura Ballesteros, quien lo condujeron al salón trasero que da a la Mesa Directiva, para resguardarlo de la furia perredista.

 

“Si tu hubieras visto lo que me hizo a mí”, refirió una Ariadna Montiel, ofendida por el trato que le dio Jesús Sesma del PVEM. “Me dijo que no pensaba que yo fuera una de esas mujerzuelas”, lo expresó con un tono de indignación.

 

“Vámonos”, argumentó Arturo Santana, “Déjalos Manuel, hay que quedarnos ahorita con el agravio y después se las cobramos”, comentó, en un intento por vengarse de lo que les hizo el PAN.

 

“Me retó a golpes, no puede ser que un presidente de la Mesa Directiva, me haya retado a golpes, no se puede conducir así”, refirió un Manuel Granados, sorprendido pero a la vez ecuánime.

 

Después de una hora de confusiones, negociaciones y declaraciones, así como amenazas de diputados con levantar quejas ante la Comisión de Derechos Humanos por los agravios sufridos, la sesión continuó, en donde el punto de discordia de las bancadas finalmente fue rechazado y el grupo parlamentario del PAN tuvo que dejar la conducción de la Mesa Directiva como un perro, pero con la cola entre las patas.