En el pequeño pueblo de Xaltianguis, Guerrero, una camioneta patrulla las calles. A bordo, doce mujeres vestidas con gorra gris y playera azul marino que tienen la leyenda “Policía Guerrero” se encuentran armadas.

 

Desde finales de agosto, nueve grupos de mujeres se encuentran dos veces al día para patrullar. Forman parte de la primera brigada de policía ciudadana conformada por mujeres únicamente.

 

La revista francesa Grazia visitó el pueblo de siete mil personas, ubicado a unos 50 km al norte de Acapulco, y cuenta en su pasada edición la historia de esas mujeres que decidieron vigilar a la población.

 

“Cuando circulan por las calles, esas mujeres vigilan a los niños, localizan a los narcotraficantes, tienen radios para comunicarse con la policía a cualquier hora y fueron capacitadas para buscar vehículos y detener a sospechosos”, explicó Katie Olinsky, fotógrafa que acompañó a las mujeres.

 

Durante los patrullajes, las policías enseñaron a la fotógrafa los comercios que fueron asaltados varias veces, así como las casas de seguridad que alguna vez usaron los secuestradores.

 

También le mostraron el campo de futbol, donde el año pasado cinco personas fallecieron en una balacera. Después del suceso, la fuerza armada mexicana envió un convoy de 40 soldados, pero los militares sólo estuvieron una semana.

 

Tras ese evento, surgió esa idea de organizar una fuerza de autodefensa.

 

Los hombres del pueblo fueron los primeros en tomar las armas. Luego, las mujeres siguieron el paso hace dos meses. Los hombres patrullan las calles en la noche y las mujeres durante el día, señala la revista.

 

Dentro de la policía femenil se encuentran parteras, comerciantes, amas de casa. Casi todas fueron víctimas de violencia o un familiar fue asesinado. Brenda Castillo, de 28 de edad, maestra y madre de dos hijos, perdió su esposo en el campo de futbol, relata Grazia.

 

Angélica Romero, de 32 años, madre de dos hijos, tuvo que pagar el rescate de dos primos que fueron secuestrados. Uno de ellos fue liberado, pero el otro fue asesinado.

 

A pesar de esa violencia, las centinelas armadas afirman que ningún sentimiento de venganza las anima.

 

“Estoy aquí para mis pequeños. He vivido mi vida, quiero que mis hijos tengan una mejor, una vida tranquila. Todo lo que hago, lo hago para ellos. Y para mi ciudad”, comentó Selsa Zarcoteles.