En lo que toca a la formación de arquitectos, no importarían la cantidad de alumnos matriculados en México o en el mundo (sea en la UNAM o en la Politécnica de Milán que es, a saber, la que más alumnos tiene), sino el “caso por caso”. La afirmación tiene que ver con la gran falta de correspondencia presente entre la demografía de arquitectos y la producción de arquitectura –que no construcción, “just stuff”, o mega territorio… informal, como reiterativamente he aludido en este espacio. La necesidad de los arquitectos correspondería con la necesidad de una mejor forma de vida en cuanto a habitabilidad, un tenor en el que la analogía con la medicina no se agota, increíblemente: automedicación y autoconstrucción…entre muchos posibles ejemplos más que hacen eco a la edad promedio de vida…con la habitabilidad como esencia heideggeriana del ser humano.

Con avidez de todo aquello que pueda mitigar la citada falta de correspondencia…el pasado fin de semana visité lo más posible en ese tiempo (supongo que de lo mejor) dentro de un afortunado torrencial de exposiciones derivadas del 5º Design Week México y del nuevo Abierto Mexicano de Diseño. Del primero mencionar obligadamente, con agradecimiento y a nombre de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Anáhuac México Sur la invitación a participar en la muestra de “pabellones de color” en los espejos de agua del parque Lincoln en Polanco, espacio que compartimos con otras escuelas y estudios de diseño con una pieza “estática y flotante” producida por alumnos bajo la dirección del arquitecto Raúl Peña. La exposición Barragán + Neri & Hu en el Museo de Arte Moderno que muestra de una forma extraordinaria –con excelente curaduría y museografía- aspectos de la vida y obra de Barragán en contraste con la obra del destacado grupo de arquitectura y diseño japonés.

Del nuevo “Abierto Mexicano de Diseño”, aparecieron una enorme cantidad de eventos, iniciativas y/o exposiciones que tomaron al Centro Histórico como sede; acudí a la Torre Latinoamericana en busca del video del hijo del arquitecto Toño Gallardo y llegué, a pesar de la marcha de Morena, a la cita en el piso 35 de la Torre latinoamericana a la muestra “El Observatorio: Ciudad Gráfica”. El montaje está excelente, pero el emplazamiento y la espectacular vista distrae: “México es increíble, mucho mejor que Estados Unidos me dijo mi hijo mayor admirado”. “La Ciudad Gráfica” intenta capitalizar premeditadamente las vistas muy bien… pero La Torre Latinoamericana puede llegar a distraer demasiado a cualquier arquitecto: ¿Por qué ha envejecido así?, Allí está el aluminio original, el mármol negro, ventanas originales embiveladas de aluminio… hay colados de concreto, trabes y refuerzos metálicos a tal altura, es un icono, aparece en miles de postales de la Cd, de México, ¿qué pensaría Augusto Álvarez de su obra hoy? ¿Es mucho más una obra de ingeniería que de arquitectura? Sin duda, ¿Me gusta? No lo se… tiene cierta forma similar a la del Empire State, acaso más artificial, pero… si la forma resultó de la proesa estructural de Leonardo Zeevaert en los años 50’s, como resulta la composición de la fachada con las bandas azules? ¿son de acrílico? ¿qué tan (des)habitada está? y despierto cayendo en la cuneta que estas preguntas ya se las hicieron miles de arquitectos antes que el que escribe… será reutilizable? ¿hotel, oficinas, vivienda, uso mixto? Si todo esta sumatoria de dudas tuviera respuesta ya se hubiera renovado quizás, pero caigo en la cuenta nuevamente de que todas estas preguntas tienen poco sentido si no responden a un interés económico, ¿lo tiene? “Form follows profit” (Richard Rogers) primeramente…Esto debe ser una operación mucho mayor para la ciudad, independientemente del valor patrimonial que pueda tener el edificio. Quizás toda esta duda sea un aviso de oportunidad de un cierto concurso inédito -¿por qué no?, no de obra pública salvo en su memoria colectiva, no de una piel o de un vestido arquitectónico,  sino de mucho más, a saber simplemente por la suma de posibles respuestas a las preguntas de arriba.Just thinking.