El alcalde de San Francisco dice que no sabe de qué se trata. La policía afirma que no entra dentro de su jurisdicción. Y los investigadores del gobierno se comprometieron a no revelar nada.
Google está levantando una estructura de cuatro plantas en el corazón de la Bahía de San Francisco pero se las ha ingeniado para rodear el proyecto de un manto de secreto al construirlo en barcazas y no en tierra firme, donde las empresas están obligadas a obtener permisos y revelar sus planes. A medida que avanza, la obra genera más curiosidad.
El proceder de la gigantesca empresa de internet con su proyecto en Treasure Island parece legal. Pero el misterio en torno al edificio flotante –y a otro similar en Portland, Maine– da lugar a todo tipo de rumores e inquietudes.
Expertos en cuestiones de privacidad, ambientalistas y funcionarios de la rama judicial dicen que, trátese de un negocio para vender anteojos con conexión a la internet, un centro de almacenamiento de datos o lo que fuere, el tiro puede salirle por la culata a Google porque los residentes del Silicon Valley cuidan con mucho recelo las pintorescas bahías y su medio ambiente.
“En algún momento van a tener que revelar lo que están haciendo y sería una lástima si ponen un montón de dinero en algo que no está permitido en la bahía”, comentó Deb Self, director ejecutivo de la organización ambientalista Baykeeper.
Self indicó que, ya se trate de un negocio, como se rumorea, o de un centro de almacenamiento de información alimentado por el movimiento de las olas, algo para lo que Google tiene patente, hay muchas cosas inquietantes.
“No queremos que la bahía se convierta en un centro comercial. Eso es inaceptable”, expresó. Y los ambientalistas advierten que los centro de información enfriados por el agua pueden calentar el mar y afectar la vida marina.
Los encargados de relaciones públicas de Google, que habitualmente son muy colaboradores con la prensa, no respondieron a repetidas llamadas y correos electrónicos, pero documentos legales confirman que se trata de un proyecto de Google.
La empresa ha evitado tener que rendir cuentas construyendo lo que se considera una embarcación, no un edificio. No necesita permisos de la municipalidad de San Francisco, que tiene muy reglamentada la construcción, con abundantes requisitos de permisos e inspecciones.
Google también evitó tener que lidiar con la Comisión de Desarrollo y Conservación de la Bahía de San Francisco, un organismo estatal que supervisa los proyectos en el agua y que tiene asimismo una larga lista de requisitos, incluidos permisos e inspecciones.
Si, cuando el proyecto está terminado, Google quiere sacarlo de la bahía a través del Golden Gate, y llevárselo a otro sitio por el Océano Pacífico, no tendrá que rendir ningún tipo de cuentas acerca de lo que hizo.
Pero si se propone hacer algo con la estructura en la bahía, deberá enfrentar el escrutinio público, según el director ejecutivo de la Comisión Larry Goldzband. El funcionario dijo que la agencia mantuvo algunas reuniones con la gente de Google, pero que “no fueron nada específicos en torno a sus planes”.
“Cuando decidan informarnos lo que piensan hacer, o esperan poder hacer, entonces decidiremos si es algo que está permitido o no”, agregó.
Hay una dependencia que sí vigila lo que se está haciendo: la Guardia Costera inspecciona periódicamente las dos barcazas en las costa este y oeste, como hace con toda embarcación en construcción, pero una portavoz de esa fuerza, la teniente Anna Dixon, dijo que no está autorizada a comentar lo que se está haciendo porque la Guardia se comprometió a no dar información.
Añadió que ese tipo de compromisos “no es la norma”.
En el puerto de New London, Connecticut, se estaba construyendo una estructura similar de cuatro plantas que fue trasladada a Maine. El diario The Day de Connecticut comprobó que Google estaba involucrado en el proyecto a partir de documentos a los que tuvo acceso apelando a las leyes de libertad de información.
La profesora de derecho de la Universidad de Santa Clara Dorothy Glancy dijo que los acuerdos que impiden divulgar información sobre proyectos de construcción son frecuentes en las estructuras de tierra firme en el Silicon Valley porque hay mucha información secreta en las salas donde se fabrican chips y se desarrolla la tecnología.
Pero acotó que Google tal vez quiera aprovechar las enseñanzas dejadas por otra barcaza misteriosa de la bahía. En la década de 1970, el magnate Howard Hughes atracó una gigantesca barcaza llamada Glomar Explores frente a Mountain View, California, donde Google tiene ahora su sede. Hughes dijo que iba a usar esa estructura para extraer manganeso del fondo del mar, pero en realidad estaba siendo usada en una misión secreta de la CIA, para buscar códigos de misiles nucleares en submarinos soviéticos que habían sido hundidos.
“Esa experiencia debería haberle enseñado a Google que hacerse el misterioso es algo que no genera confianza en el público”, expresó Glancy.
Jamie Court, presidente de Consumer Watchdog, organización que defiende el derecho a la privacidad, dice que es irónico que una firma que quiere poner la información a disposición de todo el mundo “custodie tan celosamente sus propios secretos”.