RIO DE JANEIRO. “Operaciones de contrainteligencia”. Bajo el mismo argumento con el que espió a Rusia, Irán e Irak, como se reveló el pasado lunes, Brasil interceptó las comunicaciones de franceses en el país, según un nuevo artículo del diario Folha de S. Paulo, que ha publicado revelaciones que han puesto a la presidenta Dilma Rousseff en aprietos.

 

La nota del diario a afirma que en 2003, y por tres meses, los agentes de inteligencia brasileños espiaron a “espías franceses y sus contactos brasileños y extranjeros”.

 

La información, para la que citan como fuente nuevamente a la Agencia Brasilera de Inteligencia (ABIN), da cuenta que el programa tenía como objetivo conocer si el servicio secreto francés intervino en la explosión de una base de lanzamiento de satélites, en Alcantara, en el estado de Maranhão, en la que murieron 21 personas.

 

El mismo documento que sirve de base para el artículo señala que, al menos desde 2002, la ABIN vigilaba los movimientos de espías franceses en Alcantara. Uno de esos blancos, dijo un oficial de inteligencia bajo condición de anonimato, era un agente francés de la DGSE (la agencia de inteligencia francesa) que se presentaba como Olivier y que actuaba como un profesor de kitesurf, mientras reclutaba informantes.

 

La base de Alcantara que está siendo reconstruida, se encuentra en punto estratégico para el lanzamiento de cohetes y satélites comerciales, no muy lejos de la base espacial de Kourou, en la Guayana francesa y es considerada como una de las mejores bases del mundo para el lanzamiento de cohetes con satélites, ya que su proximidad con el Ecuador permite un ahorro de 30% de combustible y en ese entonces hasta hoy, es la principal competidora de la base francesa de Kourou.

 

Al menos ocho informes fueron redactados sobre este asunto pero la ABIN no encontró ninguna evidencia de sabotaje de los franceses en la explosión, atribuida a un problema eléctrico que causó la activación anticipada de uno de los propulsores de un cohete. Después de la investigación, el gobierno de Lula da Silva confirmó que no se trató de un sabotaje.

 

“Hubo también monitoreo del servicio de inteligencia en órganos de cooperación y cultura vinculados con la Embajada de Francia -agrega el artículo-. El objetivo era proteger el sector espacial brasilero del espionaje internacional”.

 

También espiaban a órganos relacionados con el consulado francés en San Pablo, como Cendotec (Centro Franco-Brasilero de Cooperación Técnica y Científica).

 

Hacia el final, el artículo destaca que la Embajada de Francia no hizo comentarios sobre la noticia.

 

El lunes, tras la primera publicación, el gobierno de Brasil confirmó los datos sobre el espionaje a diplomáticos de Rusia, Irán e Irak en Brasilia en 2003 y 2004, a la vez que monitorearon oficinas de la embajada de Estados Unidos donde sospechaban que estaba instalada una estación de interceptación de llamadas.

 

Ante esas reveaciones, la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) de Brasil, dijo al diario Folha de São Paulode que en aquellas salas “sin luz” y hoy blindadas con rejas de hierro existen diez antenas de comunicación. El funcionamiento de las mismas habría sido autorizada por la propia agencia de telecomunicaciones para, en un principio, un servicio privado de radio.

 

El ministro de Justicia de Brasil, Eduardo Cardozo,afirmó que lo que Brasil llevó a cabo fueron labores de “contraespionaje”, una “situación completamente diferente” a la realizada por Estados Unidos con Brasil.y y fue “absolutamente legal, dentro de las reglas”.

 

Estas revelaciones -que fueron calificadas como “criminales” por el gobierno brasileño y dejaron en una posición incómoda a Rousseff. Es que ella se mostró ante el mundo como una de las más férreas detractoras del programa de espionaje global de Estados Unidos e incluso puso en juego su relación con Barack Obama, al atacarlo verbalmente en la ONU y cancelar una visita de Estado a Washington.