México tiene la fama de ser un país que siempre abrió sus brazos y su territorio a ciudadanos del mundo exiliados de sus países de origen por distintas razones, principalmente políticas.

 

Y tras décadas de esta tradición, ahora el Instituto Nacional de Migración (INM) ha decidido rendirle homenaje a los personajes destacados en la historia, cultura y política mundial sobre su paso por nuestro territorio.

 

¿Qué tienen en común el nicaragüense Augusto César Sandino, la española Remedios Varo, el ruso León Trotsky y el cubano Fidel Castro? Todos estuvieron en algún momento en México.

 

En 1929, mientras en su país lideraba una revolución, Sandino recibió autorización del presidente mexicano Emilio Portes Gil para entrar al país por la frontera sur.

 

En 1937,  Trotsky llegó a México alegando que cualquier referencia sobre él podría darla el pintor Diego Rivera.

 

En 1939, casi una década después de haber sido expulsada por motivos políticos, la italiana Tina Modotti recibió un documento de asilada bajo el nombre falso de Carmen Ruiz Sánchez.

 

En 1941, la pintora surrealista española Remedios Varo entró a México y describió su profesión como “dibujante”.

 

Fue en 1955, un cubano de nombre Fidel Castro Ruz llegó al país y declaró a las autoridades que era un turista que venía a descansar.

 

Son fechas y datos asentados en los registros migratorios de entrada que las autoridades de México conservan en su archivo histórico y que ahora se exhiben con motivo de los 20 años de la creación del actual Instituto Nacional de Migración.

 

“Son documentos muy valiosos y son patrimonio”, dijo  María Fernanda García Villalobos, directora general de Regulación y Archivos Migratorios del INM.

 

En dos mesas y detrás de vitrinas de cristal colocadas en las instalaciones del INM, se exhiben los registros migratorios de 16 extranjeros destacados que estuvieron en el país. La muestra se mantendrá hasta fines de noviembre.

 

Son papeles que fueron llenados a mano o a máquina, de un color amarillento que describe el paso del tiempo.

 

Varios están acompañados de fotografías, incluida la de un joven Castro que entonces sólo usaba bigote y de Trotsky, ya con la barba y el bigote canos que junto con sus lentes redondos lo acompañaron hasta sus últimos días de vida, los cuales ocurrieron también en México.

 

La muestra es minúscula si se compara con los casi 500 mil registros de igual número de extranjeros que integran el archivo histórico del Instituto, aunque García dice que la idea era justamente hacer una pequeña exhibición y que ya se piensa en hacer una más grande en el futuro.

 

Pese a que los documentos del Instituto cuentan nada más que la entrada de esos extranjeros al país, algunos de ellos se quedaron en el país e incluso se nacionalizaron mexicanos, como Varo.

 

De Castro, por ejemplo, dijo la funcionaria no saber si en 1955 hizo algo más que vacacionar, como declaró a las autoridades. Los datos históricos parecen sugerir que no se dedicó precisamente a descansar, sino a preparar al grupo que zarpó desde costas mexicanas y desembarcó en 1956 en Cuba para enfrentar a la dictadura de Fulgencio Batista.

 

Pero eso no lo dicen los documentos del Instituto. “Sólo vino de vacaciones; vino de turista, lo que actualmente llamamos visitante”, insistió García, quien añadió que “no tenemos información” sobre cualquier otra actividad. (AP)