Justo el otro día comentaba con un amigo extranjero sobre lo popular que se ha vuelto la comida mexicana en Estados Unidos. Hoy ya no comen fajitas y nachos con carne y queso amarillo, sino tacos al pastor, auténticos pozoles, sopes y todo tipo de delicias verdaderamente mexicanas. Así a raíz de la popularización de nuestra comida, la Ciudad de México se ha convertido en un destino turístico culinario. Hoy contamos en la Ciudad de México con dos restaurantes que figuran entre los 50 mejores del mundo, según la lista San Pellegrino, en donde sus dueños y chefs, Enrique Olvera y Mikel Alonso, han alcanzado un nivel de Chefs Estrella al contar, además, con varios programas de televisión.
También, estamos frente a un movimiento que está en plena ebullición. Hoy en día estamos presenciando el surgimiento de toda una nueva generación de chefs mexicanos, distribuidos por todo el país, que poco a poco van posicionando su cocina inspirada en la nuestra. Así, la oferta de alta gastronomía mexicana está muy presente en nuestra ciudad. Sin embargo, entre tanto movimiento, creo que nos hemos olvidado de esos clásicos que siempre han estado ahí para celebrar y disfrutar de una verdadera experiencia mexicana.
Sin duda, esta popularización de la alta gastronomía mexicana hace que cuando viene un turista “gourmet” quiera naturalmente visitar estos lugares. Sin embargo, creo que es un buen momento también para percatarnos de que para turistas y locales no sólo vale la pena visitar estos restaurantes elegantes, sino también regresar a lo básico, a esos restaurantes en los que hemos celebrado cumpleaños y parrandeado con amigos, a esos restaurantes en los que se sirve cocina mexicana tradicional, llena de sabor.
Este fin de semana fue cumpleaños de mi suegra, a quien por cierto aprovecho para felicitar. Decidimos festejarlo entre familia en el Restaurante Enrique. Confieso que hace más de 10 años que no lo visitaba y me sorprendí favorablemente: disfruté mucho mi reencuentro con este lugar.
Su decoración es tradicional: llena de cúpulas, de ladrillos y talavera que tanto se asocia con nuestra identidad. Las instalaciones están muy bien cuidadas, cosa que no se puede decir de muchos otros restaurantes que están a punto de cumplir 70 años. En el centro del lugar, hay un escenario, en el que entre mariachis (con muy buena voz) y danzas típicas, escuchamos todas esas canciones y vemos esos bailes que tanto nos identifican. Además, el servicio es atento y esmerado.
Sin embargo lo que más me sorprendió fue su comida. Mi platillo favorito de la tarde fue la barbacoa. A la mesa llegó tapada con una hoja de maguey. Al quitarla, aún humeaba y se podían percibir los aromas de una carne expertamente preparada y perfectamente cocinada. Prácticamente se despegaba del hueso con poco esfuerzo. Sobre la carne, habían espolvoreado un poco de sal de grano, que hacía explotar el sabor en cada bocado. Estaba verdaderamente espectacular. También las carnitas estaban muy buenas, así como el chicharrón, el guacamole, que estaba picosito, y su ensalada de nopal. Lo único que me faltó fue una buena tortilla, ya que las que sirven son como las que encontraríamos en cualquier supermercado. Pero bueno, aun así, la visita fue muy grata y confieso que fue una gran comilona.
Así, matamos la tarde. Sin duda fue un cumpleaños memorable, acompañado de tequilas, buena comida y cantando con la música de mariachis que después del espectáculo hacían su recorrido entre las mesas, entonando esas canciones que nos invitan a hurgar en nuestra memoria los recuerdos gratos de nuestras vidas y que pocas veces escuchamos.
Cuando pensamos en la oferta culinaria de nuestra ciudad, considero que vale la pena no sólo visitar esas mecas de la alta gastronomía con Chefs estrella, sino también darnos una vuelta por esos sitios que aún conservan sus recetas tradicionales, en las que más que chefs, hay mayoras y cocineros de oficio que preparan los alimentos y que han transmitido esas recetas de generación en generación.
Para muchos, tal vez lugares como estos serían un lugar para llevar a un turista (que por cierto no vi ninguno) o ideales para festejar las fiestas patrias. Sin embargo, después de mi visita, también considero que el Restaurante Enrique es ideal para cuando tenemos antojo de comer buena comida mexicana y pasar un rato muy agradable conectando con nuestras raíces y tradiciones. Me quedé invitada a regresar y aún varios días después, sigo tarareando esas canciones que regresaron a mi memoria a raíz de nuestra visita.
Espero que tengas un maravilloso día y recuerda ¡hay que buscar el sabor de la vida!
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Restaurante Enrique
http://www.enrique.com.mx
Insurgentes Sur 4061,
Del. Tlalpan
Tel. 5573-9988