Con danza a pie de calle, dio inicio el homenaje póstumo a la bailarina y coreógrafa Guillermina Bravo, transformadora de la danza en México durante el siglo XX, en el Palacio de Bellas Artes, escenario que fuera su casa por décadas.

 

Más de 200 alumnos de la Academia de la Danza Mexicana, fundada por Guillermina, rindieron también guardia de honor.  Interpretaron la pieza Pendular, de Eva Zapfe

 

Se montaron otras guardias de honor para dar el último adiós a Bravo, en las que participaron personalidades como Gladiola Orozco, fundadora de Ballet Teatro del Espacio.

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“No podremos olvidarte porque cada uno de nosotros lleva algo de ti, te has derramado entre bailarines, coreógrafos y espectadores”, sostuvo la coreógrafa Rossana Filomarino.

 

Con las notas del Cuarteto de Cuerdas Carlos Chávez fue el sonido de fondo del homenaje a la también fundadora, en 1949, del Ballet Nacional de Danza.

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La maestra falleció el miércoles 6 de noviembre en su casa de la ciudad de Querétaro, a la edad de 92 años. Nació en 1920 en Chacaltianguis, Veracruz y vivió su infancia en diversas ciudades del país hasta que llegó a la Ciudad de México a finales de la década de los veinte.

 

Entre los presentes destacan también Marco Antonio Silva, Raúl Parrao, director del Ceprodac; Elizabeth Cámara, directora del Cenidi Danza; Lidia Romero, Luisa Huertas, Laura Morelos, directora de la Compañía Nacional de Danza; la coreógrafa Sylvie Reynaud y la coreógrafa Cecilia Lugo.

 

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La decana de la danza contemporánea mexicana se formó en el Conservatorio Nacional de Música y fue discípula de importantes figuras de la época como Manuel M. Ponce y Candelario Huízar, de la primera generación de compositores de música nacionalista; también estudió en la Escuela Nacional de Danza que dirigían Gloria y Nellie Campobello.

 

Fue parte del Ballet de Waldeen, mismo que dirigió junto con Ana Mérida. En 1948 fundó el Ballet Nacional de México, mientras que en 1979 se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias y Artes. En 1993 se creó el Premio “Guillermina Bravo”, para reconocer a lo mejor de la danza mexicana.

 

 

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Al encabezar el homenaje,  Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) dijo que “fue una mujer que tuvo la creatividad para hacer nuevas formas de expresión del cuerpo y una enorme creatividad para formar a todas las generaciones del siglo XX en la danza”.

Dijo recordar a la bailarina y coreógrafa cuando fue director general que fue del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). “Ahí probablemente es donde la traté más y tuve con ella un contacto mucho más cercano”, recordó.

 

 

Al final, el féretro con el cuerpo del pilar de la danza contemporánea en México fue despedida entre vítores y porras que reconocieron una vida dedicada a la danza y la cultura.