El mayor logro de Prisoners(Intriga, por su título al español), sexto largometraje del canadiense Denis Villeneuve (ganador de cierta notoriedad luego de su exitosa -y algo tramposa- adaptación del original de teatro Incendios), es hacernos creer que estamos frente a un infierno similar a clásicos como Se7en (Fincher, 1995), El Silencio de los Inocentes (Demme, 1991), Zodiac (Fincher, 2007), Gone Baby Gone (Affleck, 2007) y, por supuesto, Mystic River (Eastwood,2003).
El truco le sale bien a Villeneuve, entre otras cosas, por lo depurado de los ingredientes; tenemos de inicio el sombrío entorno de una gris Pennsylvania fotografiada por Roger Deakins (el mismo fotógrafo de No Country for Old Men y Fargo); tenemos el horrendo crimen que todo thriller de respeto exige: un par de niñas (no más de 10 años) son secuestradas mientras juegan afuera de su casa, a plena luz del día y en medio de la celebración de Día de Gracias. Entra en escena el policía: Loki (muy efectivo Jake Gyllenhaal), un metódico detective que, según sus propios jefes, “siempre resuelve sus casos”. Por supuesto, está el villano: un joven sospechoso que es arrestado (Paul Dano, resistiendo todo el rigor de esta cinta) pero cuya evidencia en contra no es suficiente ni determinante. Por último, está el juego moral: Keller Dover (Hugh Jackman, muy en su papel), católico, de clase media baja, hombre de valores y padre de una de las niñas secuestradas, tomará las cosas por su cuenta luego de caer en desesperación frente a una investigación que al parecer se empantana.
La cinta es la confrontación de dos fuerzas. Por un lado está Loki, sistemático, ordenado, que siempre hace las cosas conforme al libro, sin apasionamientos pero con entrega total hacia su trabajo: lo mismo aguanta los embates de Dover cuando éste le reclama por la lentitud de las investigaciones, que se confronta con su jefe cuando la burocracia en la corporación resulta casi criminal. Resalta en la construcción de este personaje una serie de detalles de los cuales no se ofrece mayor información pero que lo hacen aún más interesante: aquellos tatuajes en los nudillos, el tic nervioso en la mirada o la soledad que sugiere un pasado tal vez no muy cordial.
Dover, por su parte, es la moneda opuesta: ferviente católico y padre de familia ejemplar que ante la desesperación no dudará en llegar a límites que pueden resultar moralmente reprobables, aunque, ¿se le puede reprochar su actuar siendo que todo lo que busca es recuperar a su hija que le ha sido arrebatada?
A pesar del inevitable juego moral y de la bien armada tensión del filme, Villenueve no se arriesga; jamás se permite asumir las consecuencias que su propio relato exige. Es claro que el canadiense carece de la voluntad o el talento para abrazar la obscuridad que plantea: no esperen el pesimismo de un detective Somerset, la resolución agridulce de un Gone Baby Gone o el final inconcluso de un Silence of the Lambs.
Siempre más complaciente que obscuro, ello no le resta efectividad a este thriller que se deja ver y que además es sumamente divertido, aunque su principal valor siempre estará en función del cine que quiso ser pero que no le alcanzó más que para un disfrutable -pero simple- homenaje.
Prisoners(Dir. Denis Villeneuve, 2013)
3 de 5 estrellas.
Con: Hugh Jackman, Mike Gyllenhaal, entre otros.