Justo el otro día comentaba con un amigo extranjero sobre lo popular que se ha vuelto la comida mexicana en Estados Unidos. Hoy ya no comen fajitas y nachos con carne y queso amarillo, sino tacos al pastor, auténticos pozoles, sopes y todo tipo de delicias verdaderamente mexicanas. Así a raíz de la popularización de nuestra comida, la Ciudad de México se ha convertido en un destino turístico culinario. Hoy contamos en la Ciudad de México con dos restaurantes que figuran entre los 50 mejores del mundo, según la lista San Pellegrino, en donde sus dueños y chefs, Enrique Olvera y Mikel Alonso, han alcanzado un nivel de Chefs Estrella al contar, además, con varios programas de televisión.
También, estamos frente a un movimiento que está en plena ebullición. Hoy en día estamos presenciando el surgimiento de toda una nueva generación de chefs mexicanos, distribuidos por todo el país, que poco a poco van posicionando su cocina inspirada en la nuestra. Así, la oferta de alta gastronomía mexicana está muy presente en nuestra ciudad. Sin embargo, entre tanto movimiento, creo que nos hemos olvidado de esos clásicos que siempre han estado ahí para celebrar y disfrutar de una verdadera experiencia mexicana.