Hay códigos internacionales estandarizados para interceptar un avión que entra al espacio aéreo de una nación sin autorización. Cuando eso sucede, los protocolos militares de cada nación se activan. Si no responde a las comunicaciones radiales para que se identifique, salga del espacio aéreo o aterrice, se envían aviones interceptores para obligarlo a aterrizar. Una o dos naves se colocan a su costado, ligeramente adelante de la punta y regularmente se ubica por el lado izquierdo quien encabeza la misión, para conducirlo –con la amenaza de si no obedece lo derriban en el aire- a una pista donde lo esperan autoridades que determinarán si incurría en un delito o estaba en situación de emergencia. Por eso, lo que sucedió con un avión mexicano obligado a aterrizar el lunes pasado en Venezuela, apesta.
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