MANILA. El supertifón Haiyan pasó, pero la desesperación persiste en las principales ciudades afectadas por la tormenta que dejó más de 10 mil muertos en su paso por Filipinas. El hedor de descomposición de los cadáveres ahoga la provincia de Tacloban, al soroeste de Manila donde decenas de miles de sobrevivientes deambulan por las rutas y caminos en búsqueda de alimentos y agua mientrasla esperada ayuda internacional que comienza a llegar se está encontrando con grandes problemas logísticos.

 

“Tenemos 180 toneladas de medicamentos y de artículos de primeros auxilios, pero está saturado el aeropuerto de Cebú y nos están diciendo que posiblemente tengamos que llevarlos hasta Manila”, dijo Jesús Fernández Monte, enviado de Médicos Sin Fronteras a Filipinas.

 

Según reportan medios, prácticamente nada de la ayuda internacional ha llegado a Tacloban, situada unos 852 kilómetros al suroeste de Manila, en la isla de Leyte, la más afectada, la población se encuentra en situación deplorable, y hay toneladas de desperdicios.

 

“Lo que se ve en los medios de comunicación son las islas grandes, pero las pequeñas están incomunicadas y allí hay comunidades. El tifón tocó tierra cinco o seis veces, y donde lo hizo hubo mucha destrucción”, explicó Fernández Monte.

 

Para tratar de aliviar las necesidades de los miles de afectados por el tifón, el gobierno de la provincia de Leyte distribuyó sacos de arroz en las calles, donde imperaban el caos y los saqueos ante la ausencia de las fuerzas de seguridad.

 

Los cadáveres se amontonaban en las calles de Tacloban, descomponiéndose e hinchándose bajo el sol, lo que se suma a los riesgos sanitarios. Las personas caminaban cubriendo sus narices con pañuelos o ropas viejas con los que improvisaban máscaras.

 

Según el oficial Consejo para la Gestión y Reducción de Desastres, el tifón afectó a casi 9.7 millones de personas. Más de 600 mil filipinos tuvieron que abandonar sus hogares y refugiarse en centros de evacuación o en casas de familiares y amigos.

 

ONU pide 300 mdd de ayuda

 

La ONU pidió 301 millones de dólares en ayuda humanitaria “acabamos de lanzar un plan de acción centrado en alimentación, salud, saneamiento, alojamiento, retirada de cascotes y protección de los más vulnerables (…) Este plan asciende a 301 millones de dólares”, declaró la jefa de las operaciones humanitarias de la ONU, Valerie Amos.

 

“Sabemos que se está ayudando ya a la gente, pero también sabemos que dado el alcance del desastre, hay que mantener” esa ayuda, dijo Amos..

 

El gobierno de México también se sumó a la lista de más de 20 países que dieron ayuda humanitaria y donaciones al país asiático y anunció que aportará un millón de dólares destinados a la atención de damnificados.

 

En un comunicado conjunto, las secretarías de Gobernación (Segob) y Relaciones Exteriores (SRE) aclararon que la aportación de recursos se hará por conducto de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid), dependiente de la SRE.

 

Las dependencias indicaron que la ayuda esperada, además de suministros diversos, contempla recursos en efectivo, destinados tanto al gobierno de ese país como a la Cruz Roja.

 

Riesgo de enfermedades

 

Cinco días después del paso del tifón, el gobierno filipino cifró en mil 744 el balance de muertos hasta el momento, aunque datos extraoficiales e informes de campo hablan de decenas de miles de fallecidos.

 

Ahora, uno de los mayores riesgos es que empiecen a producirse enfermedades contagiosas. “Una de las enfermedades que nos podemos encontrar es el sarampión, que viviendo en este tipo de condiciones, cuando la higiene es un poco baja y todos viven hacinados, pues se pueden pasar el sarampión uno a otro, con muchas bajas en muy poco tiempo” dijo la doctora Natasha Reyes, coordinadora de MSF en Filipinas.

 

Antes de la llegada de este último tifón a Filipinas, el vigesimocuarto del año, los meteorólogos habían advertido que podría tener un efecto devastador mayor que el tifón Bopha, que en 2012 dejó casi dos millares de muertos y desaparecidos.

 

La deforestación, la proliferación de yacimientos mineros ilegales, la escasez de infraestructuras incrementan los efectos devastadores de las lluvias y los frecuentes tifones que afectan Filipinas durante la época del monzón.