Sin embargo, es refrescante cuando uno puede ir más allá de estos clichés y entender lo que verdaderamente hace único a este vino. Acompañamos la charla con una copa de Corimbo. Este vino se elabora en la Región de Ribera del Duero y es uno de sus más nuevos proyectos.
En lo personal, considero que Bodegas Roda ha sido uno de los modernizadores de la Región de la Rioja. Nacida en 1987, esta bodega produce dos vinos reservas: el Roda I y Roda II (que actualmente se conoce como Roda), el Cirsión y Sela. En todos sus vinos, la filosofía siempre ha sido plantar variedades autóctonas, sólo utilizar los vinos de la añada y evitar a toda costa utilizar vinos de otros años, así como de otros viñedos, para uniformizar el vino.
Al comparar sus vinos, Víctor me cuenta que nunca buscan una maceración larga en la Rioja y que en la Ribera, ésta es mucho más corta. Además en Ribera juegan un poco más con el roble americano, mientras que en Rioja no lo hacen.
Al mencionar la región de la Ribera del Duero, no puedo dejar de pensar lo mucho que ha cambiado esta región ubicada en Castilla y León en los últimos 30 años. La región saltó a la fama con vinos de culto como el Vega Sicilia, Emilio Moro, Valderiz y Tinto Pesquera. De ser una región que en 1982 contaba con nueve bodegas, ¡hoy cuenta con más de 170!
Al probar el Corimbo, inmediatamente percibo que no es el típico Ribera (que normalmente asocio con abundancia de moras y roble). Cuenta con un buen balance de frutos rojos y la madera es mucho más sutil. Víctor me da la razón. Me explica que con Corimbo tratan de eliminar tres errores frecuentemente encontrados en los vinos de Ribera: (1) la sobre extracción que mata la fruta, (2) uvas sobre maduras y (3) vinos con demasiado roble.
¿Pero cómo decidieron incursionar en esta zona? ¿Fue por cuestión de moda? Me cuenta que más que moda, fue por encontrar el mejor lugar para sembrar la uva tempranillo. Ellos en la Rioja primordialmente siembran tempranillo. Por lo mismo, soñaban por encontrar otro lugar en donde sembrar esta uva. Recorrieron varias regiones vinícolas en España y encontraron en la Ribera del Duero el lugar perfecto para mostrar la verdadera personalidad de esta uva. Sin embargo, me confiesa que una vez identificada la zona, batallaron mucho para encontrar la bodega que contara con todos sus requisitos para elaborar el vino. Con el boom de la región, nadie quería vender o, como dicen popularmente, “querían matar víbora en viernes”. Finalmente, gracias a una asociación con los hermanos Balbás, que contaban con más de 40 hectáreas primordialmente de viñedos viejos, encontraron la manera de materializar su sueño.
Mientras Víctor me platica efusivamente sobre este proyecto, casi puedo imaginarme los laboratorios, con la última tecnología. Le pregunto cómo son y me sorprende su respuesta. Sonríe y mientras abre los brazos exclama ¡Los laboratorios están en el campo! Me dice que injertan las variedades y las ven crecer y desarrollarse. Sin duda, siempre que empezamos a hablar de clones y este tipo de experimentos pensamos automáticamente en maneras en que jugamos con el material genético para crear nuevas variedades. Sin embargo, aquí lo único que han hecho es tomar una muestra de las plantas ya existentes y asegurarse que se mantengan para la posteridad.
Es evidente que el que más gana con este esfuerzo es el consumidor, ya que esto resultará en vinos diferenciados y complejos. Además, me cuenta que con los cambios climáticos, hay ciertos clones que ya no sobrevivirán, por lo que a raíz de este esfuerzo, encontraron un fenotipo que podrá adecuarse a las nuevas temperaturas y por ende está también garantizada su sustentabilidad como viñedo.
Espero que tengas un muy buen día y recuerda, ¡hay que buscar el sabor de la vida!