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Hay preguntas que se repiten en casi cada cata o maridaje. Sin importar en qué ciudad se esté o qué cervezas se estén bebiendo, la gente suele preguntar si la cerveza se quema al sacarla del refrigerador, a qué temperatura debe servirse o si debe quedar espuma.

He aquí algunos de los errores más comunes que se han cometido durante décadas respecto a lo que se piensa sobre esta bebida y la manera de servirla.

Botella o vaso

Al igual que el vino, una cerveza no huele a nada si la tomas directamente de la botella. Eso sí, aquellos estilos con mucha carbonatación te inflarán los cachetes apenas les des un trago. Por eso es mejor servir cualquier cerveza en un vaso o copa de vidrio para disfrutarla plenamente. Esta costumbre permite compartir una cerveza y probar distintos estilos en una misma noche.

Dos dedos de espuma

Al servir la cerveza es recomendable que quede entre uno o dos dedos de espuma, a la cual solemos llamar “cabeza” o “corona”. Esto ayuda a que el CO2 se desprenda de la bebida, ayude a volatilizar aromas e impida que la cerveza se oxide rápidamente. Recuerda que también es parte de la cerveza y su retención es importante; no te están robando si te sirven un vaso con espuma.

Cerveza “bien muerta”

Servir una cerveza a una temperatura entre los cero y los cuatro grados no hará otra cosa que adormecer tus papilas gustativas e impedir que la bebida desprenda cualquier aroma o sabor. Eso es bueno sólo en las cervezas que están diseñadas para refrescar y no para disfrutar, pero no en la mayor parte de los estilos.

Las cervezas más ligeras, como una lager o una cerveza de trigo, debes servirlas entre 4 y 7 grados centígrados. Aquellas de intensidad media -como una pale ale, schwarzbier o amber ale- entre los ocho y los 12 grados centígrados  y los estilos más intensos en sabor y alcohol, como una stout, porter o un barley wine, entre los 12 y los 16 grados centígrados. Incluso existen algunos estilos muy particulares que se sirven calientes, a 70C.

Cerveza azorrillada

Una cerveza no se “quema” al dejarla enfriar y luego volverla a llevar a temperatura ambiente. La verdadera causa de que una cerveza se “azorrille” es cuando dejamos que le dé la luz directamente. Deja una botella transparente debajo de la luz del Sol durante una hora y probablemente al destaparla y servirla en un vaso entiendas por qué se le llama “azorrillada”.