Luego de que “Morir de pie” ganó como Mejor Documental en el Festival de Cine de Guadalajara en 2011 y de presentarse en más de 20 festivales internacionales, la ópera prima de la periodista y productora Jacaranda Correa (DF) se exhibe desde el jueves en diferentes salas de la ciudad de México, incluida la Cineteca Nacional; “la gran fuerza del documental es que es una reinterpretación de la realidad desde la posibilidad de contar cosas lo más posible apegadas a la realidad”, dice sobre su trabajo al que no considera una historia sobre la vida de un transexual, sino “una historia de amor”.
“El documental reinterpreta la realidad con historias de carne y hueso, con historias verdaderas; esa es la diferencia con la ficción. Esto conlleva a utilizar dispositivos narrativos que permiten contar las cosas están allí en crudo en la cotidianeidad. En el documental también se apela a la emoción, o diría Tarkovski, a un acto poético. Y un acto poético siginifica enterder la vida, la complejidad de la dimensión humana y a partir de allí reinterpretar la vida con lo que tienes enfrente”, detalla sobre lo que representa este género audiovisual y su importancia en el periodismo.
La conductora de Canal 22 asegura que aunque trabaja en la televisión ya no ve la programación: “casi no la veo. Todo mi consumo de contenidos es a través de la red. La televisión está anquilosada y de eso los productores no quieren darse cuenta”, pero lamenta que los críticos del llamado WebDoc, documentales planeados para ser vistos desde internet y no de forma exclusiva en las salas de cine y circuitos de difusión especiales, consideren que “sólo se trata de tomar un video con mi teléfono en la esquina y congarlo en internet para que todos los vean. De eso no se trata, hay un trabajo de calidad, de edición, de narrativa periodistíca, crónica. No se dan cuenta de que el WebDoc es mucho más amplio”.
Desde hace siete años se encontró con la historia del personaje principal “Morir de pie”, cuando la entrevistó para un programa de televisión, y se enteró de que recibía amenazas de muerte desus vecinos en una unidad habitacional de Chimalhuacán, que no entendían cómo de pronto un hombre barbudo, de perfil político socialista y con boina se iba transformando poco a poco en una mujer de nombre Irina Layevska. Desde 2010 se metió de lleno a sondear los pensamientos, intereses y búsquedas luego de que ella le entergó un libro que escribió llamado “Carta a mi padre”. “Me lo leí en dos horas de lo interesante que está. Es un libro que hace un ajuste de cuentas con su familia. Fue allí donde me di cuenta de que quería hacer un documental sobre ella y quería algo diferente a lo que describía en su texto”. En el trabajo de investigación la visitó durante un año y “me di cuenta de que ella tenía una actividad política muy intens, de que tiene una relación con muchos políticos de la izquierda mexicana y con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)”.
“Es un documental de dos historias con un mismo personaje. Lo que va a encontrar el público es una gran historia de amor. Una enseñanza de vida muy profunda que va a confrontar los prejuicios sobre el amor, la sexualidad, el género y la identidad. Es la historia de un hombre que peleó siempre por ideales revolucionarios. Un hijo de militantes comunistas que estuvo involucrado en el movimiento Va por Cuba en 1994 y siempre estuvo muy cercano a la causa socialista. Un día, al filo de la muerte, decide darle paso, “a la mujer que siempre llevó dentro”. A partir de ese momenro comenzó una revolución personal interna. “Morir de pie” es a lo que apela: manifestar que las grandes revoluciones no están en los grandes discursos políticos sino en los los espacios más íntimos del ser humano. Y es que al final el amor no tiene género”, añade.
Para ella “el documental y el periodismo narrativo son dos géneros hermanos”, de hecho, comenta, que en el primero encontró “una gran libertad creativa, una libertad de contenido como nunca me imaginé que iba a halla. Eso no lo tenía en el periodismo televisivo por diferentes causas: los tiempos o porque los jefes de información nunca dan oportunidad de pasar investigaciones en las cuales uno se ha pasado siete u ocho meses”.
¿Pero qué diablos es el WebDoc?, pregunta y enseguida responde: “si bien no hay un consenso de qué es el documental, en el WebDoc hay un proceso cinematográfico, narrativo, y no porque se publique en la web -donde se accede a la velocidad del tiempo y con múltiples ventanas- significa que sea trivial o ligero; lo que hacemos es construir historias concebidas con una visión del proceso cinematográfico”.
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