La verdad es que ese viernes con luna llena parecía que sería nomás de juerga jarocha –el buen tiempo así lo ameritaba-, pero no.

 

Resulta que el gobernador Javier Duarte aprovechó la bocinota a nivel nacional –su Tercer Informe de Gobierno-, la presencia de un enviado del presidente de la República –Jorge Carlos Ramírez Marín- y un impresionante y no menos simbólico escenario –la ex prisión de San Juan de Ulúa- para darle sus zapes a su antecesor.

 

Sí, a Fidel Herrera Beltrán, aunque no lo crean algunos.

 

Duarte fue in crescendo: “¡Hoy Veracruz es otro!”, apuntó en un inicio. “Concluye la etapa de ajustes para poner orden…”, citó más adelante. “Estamos revirtiendo lo que parecía irremediable…”, describió a medio informe. “Hemos sentado las bases de un gobierno ordenado y eficaz…”, sostuvo luego. “La disyuntiva era dejar las cosas como estaban…”, insistió con el retrovisor en mano.

 

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