AUSTIN, Texas. Es un lugar común decir que el deporte tiene dos caras. En el Gran Premio de Estados Unidos fue evidente que el piloto que está escribiendo su nombre entre las leyendas, Sebastián Vettel, está tan lejos de los demás que Fernando Alonso, otro gran campeón del mundo tiene que decir que el segundo es como el primer puesto del resto de los mortales. Y está Sergio Pérez, que no pudo ir más allá del séptimo puesto en la semana en la que la historia perfecta hubiera sido que tuviera una actuación mucho más destacada.
Pérez no será piloto de McLaren más el año entrante. Lógico porque la escudería británica quiere darle espacio a una nueva estrella en ciernes. Ilógico porque en esta carrera el mexicano llegó más de 30 segundos antes que su coequipero Jason Button. Claro, Button es inglés y ha formado más puntos en esta temporada que el mexicano. Y los números son fríos.
Pero Pérez sabía que era su momento. Lo dejó ver la tristeza con disfraz de decepción con la que admitió que esperaba un mejor puesto.
“En la primera vuelta pude adelantar a Fernando (Alonso) y al principio de la carrera el coche parecía fuerte. Pero entre las vueltas 10 y 15 la degradación de los neumáticos comenzó afectarme, mientras que a los que estaban cerca parecía que les afectaba menos”, dijo.
“Quiero dar un enorme ‘gracias’ a los aficionados mexicanos y estadounidenses que me han brindado su apoyo. Me gustaría haberles brindado algo más que un séptimo puesto”, afirmó.
Y estábamos en que Vettel estaba haciéndose lugar entre las leyendas. Ayer en Austin batió un nuevo récord, el de victorias consecutivas al conseguir la octava. Lo hizo al ganar por delante del francés Romain Grosjean (Lotus) y de su compañero en Red Bull Mark Webber.
Sebastian firmó su victoria 38 en Fórmula Uno, con lo que engrosó la cuarta mejor marca de todos los tiempos, superada por Michael Schumacher, con 91; Alain Prost, que ganó 51 veces; y Ayrton Senna, vencedor en 41.
Ya sólo queda el Gran Premio de Brasil, en el que hay más récords aguardando por Vettel.