El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, confió hoy en que aún es viable una reforma migratoria y aceptó por primera vez la posibilidad de que sea aprobada “en partes”, como propone la mayoría republicana de la Cámara de Representantes.

 

“Si quieren dividirla en cinco piezas, mientras todas las cinco piezas se aprueben, no me importa cómo, mientras contenga los valores centrales de los que hemos hablado”, dijo Obama durante la Reunión Anual de Líderes Empresariales del diario The Wall Street Journal.

 

En su discurso, el mandatario reconoció que los conservadores son escépticos de apoyar una legislación de reforma migratoria integral similar a la versión aprobada por el Senado en junio pasado.

 

El sector empresarial de Estados Unidos es partidario en general de una reforma migratoria, en particular de las disposiciones que permiten la permanencia en el país de extranjeros graduados en ciencias, ingeniería, tecnología y matemáticas.

 

Empresas como Microsoft han cabildeado durante años para aumentar los techos de visados de alta tecnología.

 

Aunque el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, señaló que nunca hubo planes de considerar la versión del Senado, Obama mencionó a los empresarios que se mantiene optimista de que un acuerdo aún es posible.

 

“Tengo que serlo. Me llamo Barack Obama y busqué la Presidencia”, bromeó entre risas de los asistentes.

 

El presidente estadunidense explicó que en sus conversaciones con los republicanos es evidente que la división con los demócratas no es tan amplia.

 

“Tenemos que encontrar una ruta en que los republicanos de la Cámara de Representantes se sientan lo suficientemente cómodos con el proceso, que puedan acercarse a la posición de nosotros” los demócratas, aseguró.

 

Obama insistió en que cualquier iniciativa de reforma migratoria debe ser integral, sin dejar fuera componentes como la mano de obra agrícola, las visas de trabajadores altamente calificados o la situación de millones de inmigrantes indocumentados.

 

“No vamos a tener una situación en que 11 millones de personas sigan viviendo en las sombras y potencialmente puedan ser deportados”, advirtió.