La más reciente edición de la revista Wired publicó un espléndido artículo acerca del trabajo de Bill Gates y Bill Clinton alrededor de sus esfuerzos, no filantrópicos, sino para salvar al planeta. De ese tamaño. Una lectura extremadamente recomendable, que entre otras cosas, suma los millones de personas que han visto mejoras, o incluso, salvado sus vidas, gracias al trabajo de los dos “Bills”.
El propósito de esta columna no es hablar de este tema, sino de otro, derivado alrededor de leer esta historia y que nada tiene que ver con la misma: la fotografía de Bill Gates que ilustra el reportaje.
La imagen no es nueva, pues se trata de una fotografía tomada el pasado mes de Septiembre que confieso, no había visto antes. “Qué ‘cool’ se ve Bill Gates”, pensé, pues el creador de Microsoft aparece con unos lentes bastante trendy, que reflejan una imagen más fresca que la del tradicional geek que históricamente hemos conocido.
Si somos observadores, él no es el único ejecutivo que ha dado un giro hacia esa imagen; directivos de diferentes empresas, han decidido cambiar las corbatas por camisetas y otras prendas con más “onda”, en algo que parece ser una estrategia deliberada de imagen. Se trata de una de las variables que cada vez más negocios incorporan como parte de su posicionamiento. Se trata del “cool factor”.
La historia de los últimos 10 años en la industria tecnológica es el mejor ejemplo de ello. Como es bastante evidente, una de las primeras empresas en avanzar hacia la llamada democratización de la tecnología, transitando de ser de uso exclusivo de ingenieros o geeks, y volviéndose productos masivos de consumo, fue Apple. Es muy sabida la inspiración y el deseo que esa empresa generó por poseer uno de sus productos. Tanto que hoy, se cuestiona un declive de ese deseo, y se vincula a la posibilidad de que Apple se encuentre perdiendo el “cool factor”, fresco, relajado, e innovador que sus productos y su fallecido fundador Steve Jobs, imprimieron.
Hace apenas un par de semanas, Dave Goldberg, CEO de SurveyMonkey, una empresa de encuestas en internet, compartió en Bloomberg algunos datos de la baja en el deseo por los productos de Apple recientemente lanzados, y una menor percepción de “coolness”, sobre todo en las generaciones más jóvenes. Por ejemplo, 73% de los encuestados en Estados Unidos, dijeron que no sentían un deseo por hacerse del nuevo iPad Air, además de que 43% de los encuestados entre los 18 a 29 años piensan que Apple no es necesariamente la marca de tecnología más “cool”, un porcentaje mucho mayor al 25% de los encuestados entre 30 y 44 años, que piensan que Apple no es la más “cool”.
Historias como la de Bloomberg alrededor del “cool factor” de Apple y su importancia, hay muchas. A principios de año, The New York Times publicó un exhaustivo reportaje sobre la guerra por el “cool factor” entre Samsung y Apple.
Entre otras cosas, destaca cómo la empresa coreana, pone énfasis en el tema de forma muy profunda, y no sólo en campañas de imagen. Samsung triplica su inversión en investigación y desarrollo, haciendo testing de sus productos en diferentes mercados del mundo, además de que en algunos dispositivos, como fue el caso del Galaxy S III agrega conceptos muy “cool”, como la inspiración de sus diseñadores derivada de viajes a Camboya, exposiciones de arte de Salvador Dalí, o el hecho de que para la creación de los mismos se apoyan en más de mil empleados que van desde psicólogos a sociólogos, economistas y por supuesto, ingenieros. Perder o ganar “coolness”, es todo un tema relacionado al éxito de estos negocios.
Pero la empresa de la manzana no es la única que utiliza el “cool factor” como argumento de posicionamiento. Dentro de los principios de la filosofía de Google, se establece que “se puede ser serio, sin portar un traje”, y elabora al respecto sobre “la atmósfera casual y en la que las nuevas ideas pueden emerger en una fila para comprar el café, en una reunión de equipo, o en el gimnasio”.
Eso sí que es “cool”.