Hace dos años se celebraba con bombos y platillos los 15 años de la Noche de los Publívoros en la Ciudad de México. Aquella noche se premiaba lo más innovador de la industria publicitaria, ante cientos de devoradoras y devoradores de imágenes y sonido. Sin dejar pasar la ocasión los organizadores, señalaban “los anuncios han constituido una corriente artística aunque menospreciados, a menudo satanizados por ser culpables de los males de nuestra sociedad. Lejos de ser víctima del consumismo los publívoros se reinventan, se cuestionan, reflexionan”.

 

Me gustaría conocer cuál es su concepto de reinvención, porque si se refieren a innovación técnica, no me cabe duda que muchos de los anuncios publicitarios han adicionado sofisticadas maniobras de video y sonido, pero si se refieren a los contenidos me temo que dista en un porcentaje muy alto de ser innovador. Se insiste en repetir los más estereotipados clichés de género y sexuales que ofenden el intelecto y dignidad de las y los espectadores, pero sobre todo a las mujeres situándolas en los papeles, lugares y situaciones más opresivamente comunes: el ángel del hogar, el objeto sexual ingenuo y/o femme fatale, equiparada con un buen corte de carne, la eterna romántica, devota madre y esposa y un largo etc., que ustedes ya conocen.

 

La reinvención de la que hablan está fragmentada, una verdadera reinvención sería global, holística en donde las representaciones de mujeres y hombres hicieran un parteagüas de los estereotipos ya tan trillados que vemos una y otra vez. Es por ello que la iniciativa de las mujeres que integran La Cabaretiza de organizar por tercera ocasión La Noche de las Publivíboras en donde se otorgarán los anti-premios a los anuncios publicitarios más violentos contra las mujeres, es fundamental sobre todo siendo hoy 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

 

Con una serie de categorías que retoman frases populares de la cultura mexicana en un tono sarcástico que van desde el “No me ayudes comadre”, “Bájate por los chescos” hasta el famoso “Feo, fuerte y formal”, Las Publivíboras han clasificado decenas de comerciales que contribuyen a la violencia e inequidad entre los géneros, que aparecen a lo largo de todo el año en la televisión mexicana, con el fin de denunciar las más misóginas y discriminatorias campañas publicitarias.

 

Este tipo de campañas que evidencian la opresión que viven las mujeres en las representaciones publicitarias son esenciales en la contemporaneidad, ya que como señalara la historiadora de arte Griselda Pollock “el cuerpo femenino en la cultura de masas se ha convertido en el símbolo del mercado saturado de mercancía, el campo de juego por el dinero, el poder, el capital y la sexualidad”.

 

Tras ver algunos de los comerciales denominados como los más sexistas y discriminadores me queda claro que lamentablemente no hay ni reinvención, ni cuestionamiento, ni reflexión como señalaran en sus 15 años en México la Noche de los Publívoros. Y para muestra un botón y ustedes díganme si viendo los siguientes videos no es digno de cuestionarse su “supuesta reinvención”.

 

Más explícitamente violenta contra la mujer esta publicidad no podía ser, ¿qué sigue que golpee y mate a la chica si ella no accede a sus órdenes? Los conceptos de masculinidad necesitan urgentemente ser modificados. Obtener lo que se quiere, por medio del poder autoritario, la violencia psíquica y mental han sido una constante en la configuración de la mentalidad masculina patriarcal como un símbolo de superioridad y por supuesto como manera de reificarse como “un hombre de verdad”. Pero, acaso ¿no podría ser modificado?

 

Este enfermo juego de seducción en el que la mujer ante la autoritaria orden del hombre a salir con él, dice insegura y poco veraz que está indispuesta, sin ser clara en su determinación de no salir con él, alimenta que se le excuse al hombre de su actitud agresiva hacia ella, con la lamentable premisa, “Ellas no saben lo que quieren”.

 

Pero, es que ¿ellas no saben lo que quieren?, o ¿esa representación que construyen los anuncios tan sólo afianzan ciertas conductas estereotipadas y enfermas que avivan tal supuesto? La violencia ejercida por los hombres contra las mujeres sigue siendo justificada, representada como emblema de seguridad y fortaleza, en vez de que sea vista como necedad, enfermedad malsana, crueldad y agresividad.

 

Otra publicidad de las que serán antipremiadas por Las Publivíboras que me atrajo ampliamente la atención fue la de Coca Cola light, en que aparece la heroína, guerrera y santa francesa Juana de Arco. Más que encumbrarla, se mofan de ella en una total falta de respeto a tan emblemática figura femenina.

 

Primero la representan como la heroica líder que dirigió a miles de hombres en armas en el asedio de Orleans en 1429 para después llamarla Juanita y evidenciar, ante la hipotética idea de que ella viviera en la contemporaneidad, que no podría luchar por sus derechos y mucho menos dirigir a ninguna hueste masculina, como las mujeres de la actualidad, que en ese caso sería la espectadora femenina confrontada a Juana.

 

En ese anular a Juana de Arco, en ese eclipsarla, tras haber sido elevada a guerrera, hacen brillar a la mujer moderna, a la que está viendo a través del televisor el comercial, aquella que según las líneas del guión, si podría enfrentar trillizos, producto de un tratamiento de fertilidad; una depilación láser; ser sexualmente deseable después de 10 años de matrimonio; pedir equidad salarial con sus pares masculinos y enfrentar a los hijos de su pareja.

 

Eclipsan a la mujer guerrera del siglo XV y hacen brillar a la contemporánea. Las contrapuntean, las enfrentan, las mujeres no pueden ser amigas, están para luchar la una contra la otra, no para luchar la una al lado de la otra , de la mano, hombro con hombro. Este anuncio hace todo lo posible por socavar la hermandad entre mujeres, mejor conocida como sororidad. Para mi ni una mujer es mejor que la otra, los contextos, personajes y formas de vivir son muy distintos para cada mujer. Me queda claro que el sistema lo último que desea es que las mujeres seamos amigas entre nosotras, esa si que sería una gran revolución, una gran revolución feminista que nos apoyáramos y lucháramos juntas contra el sistema que nos oprime. Ya veo que Coca-Cola teme a la sororidad, prefiere mostrarnos representaciones en que nos enfrentamos las mujeres unas contra las otras, burlándose de nosotras, de nuestra búsqueda por equidad salarial, laboral, social y volviéndonos a ubicar como madres, cuidadoras y proveedoras de placer.

 

Dudo mucho que Jean-Marie Boursicot, el creador de la Noche de los Publívoros, quien por cierto se encuentra en una crisis financiera que podría poner fin a la famosa entrega de premios publicitarios que se vienen haciendo desde hace 33 años, se imaginara que su idea daría pie a una version crítica del mismo.

 

Si se atendieran las críticas con seriedad y compromiso realizadas por convocatorias tales como las de Las Publivíboras podría modificarse el enfoque en las representaciones en las campañas publicitarias, lo que permitiría una reinvención en los imaginarios sociales, dando paso a una verdadera revolución en que mujeres y hombres gozaran de sus propios cuerpos, alejados de los estereotipos, respetando las semejanzas y diferencias entre unos y otros alejados de la violencia sin sentido.

 

No resta más que acudir el día de hoy a las 8:30 al Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, en Donceles 36, Centro Histórico, para ser partícipes de estos antipremios que mucho habrán de abrir nuestras mentes a nuevos cuestionamientos y reflexiones.