Fresca en la memoria está el episodio de “Las Juanitas”, diputadas que una vez cumplida la toma de protesta y la cuota de género renunciaron al cargo para permitir que sus suplentes, todos ellos varones, ocuparan las curules. Por desgracia ese no ha sido el único ejemplo de simulación que ha padecido la vida pública de México.

 

En el ámbito de la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI) las cosas no están mejor. Un pendiente histórico es hacer justicia a Juana Inés de Asbaje, la mente más brillante que haya dado México, y quien tuvo que trasvestirse para poder acceder a estudios superiores. Jamás sabremos cuántas innovaciones científicas y literarias  (y hasta culinarias porque también escribió un recetario) habría aportado esa genial mujer de no haber sido obligada por el clero a recluirse.

 

Una idea de lo importante que es considerar la participación de la otra mitad del género humano en las decisiones trascendentes nos la dan los siguientes datos: en enero de 2013 el IFE notificó que eran mujeres 51.8% del total de solicitantes de inscripción o actualización en el padrón electoral. Por su parte, el INEGI reveló que en 2010, en México había 105 mujeres por cada 100 hombres; que seis de cada diez mujeres de 15 años y más, en localidades menores de 2,500 habitantes, enfrentaban rezago educativo al no haber concluido el nivel de secundaria.

 

Lee la columna completa, ¡Cienciasional!, en nuestra edición de mañana