Sabían el momento justo en el que sería abastecido el cajero dentro del hospital. Estudiaron por donde entrar evadiendo la seguridad. Prepararon sus disfraces: batas y gafetes falsificados. Pero al final todo salió mal, y la mayoría de los asaltantes acabaron muertos.

 

Eligieron el cajero HSBC, ubicado en el primer nivel del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), el más grande a nivel nacional y que otorga hasta un millón de terapias al año para distintas discapacidades.

 

Todo inició, de acuerdo con la información preliminar difundida por las autoridades y datos que pudo recabar 24 HORAS, aproximadamente a las dos de la tarde.

 

Los asaltantes eran al menos seis, entre ellos una mujer. Todos llevaban batas con logotipos del INR y credenciales que, en apariencia, los acreditaba como auxiliares de enfermeros.

 

Al menos uno burló la seguridad del Instituto, a cargo de la empresa Multiservicios y logró ingresar a las instalaciones. Minutos más tarde, a las 14:25 horas, sus cómplices, entraron a las instalaciones por una puerta de emergencia, ubicada de lado de Periférico. Casi al mismo tiempo, la camioneta blindada de la empresa Seguritec, número 7489, subía la rampa principal y se estacionó, sin apagar los motores. Era día de quincena para los empleados y justo en el cambio de turno del personal.

 

Los custodios, cuatro en total y todos con chalecos antibalas y armados con revólveres calibre 38 y escopetas, se dirigieron al cajero y, siguiendo el protocolo, abrieron un perímetro de seguridad de unos tres metros de diámetro, con el que se protege al que porta las bolsas de dinero.

 

Los asaltantes, sin ser detectados, caminaron unos 200 metros desde la puerta de emergencia hasta las cercanías del cajero, ubicada en el área conocida como “Comunicación Humana”.

 

Truenan las  balas

 

Aún no se sabe cómo o por qué, pero los delincuentes, todos armados, decidieron enfrentarse con los custodios. Apenas se oyeron las primeras ráfagas, y tres de los asaltantes ya estaban en el piso sin vida. Uno más casi logró huir, pero las balas los alcanzaron a unos cuantos metros de la puerta de salida.

 

Uno de ellos, aún en el piso, era un joven que no rebasaría los 25 años y de tez blanca, intentaba levantarse pero no podía por la herida.

 

“Ahí vimos que otros dos chicos -narró a 24 HORAS el familiar de un paciente- todos jóvenes, un hombre y una mujer estaban escondidos detrás de un pilar; uno de ellos intentó ayudar a su compañero que no se podía levantar para jalarlo hacia él, pero no pudo, porque recibió otro impacto el chico que ya estaba herido y ahí quedó”.

 

Fueron aproximadamente 40 minutos en los que la policía no les permitió salir y los elevadores fueron desactivados. Cuando los pacientes y familiares pudieron abandonar los cuartos, estaba tirado en el suelo y sin vida, el joven que había intentado ayudar a su otro compañero. Reconoció los pantalones de mezclilla que llevaba.

 

Del lado de los custodios, el guardia Carlos Castellanos de 35 años, murió por una bala que dio justo en su cuello. Dos más de sus compañeros fueron trasladados de urgencia: Víctor Ignacio Flores Montero, con heridas en la cabeza y fémur, y Miguel Ángel Ontiveros Martínez, con impacto entre el hombro y clavícula izquierda. A ambos se les reportaba graves al cierre de esta edición.

 

El dinero que los ladrones querían llevarse quedó al lado del cajero, a un costado del custodio muerto. Al menos dos asaltantes huyeron, dejaron tiradas sus batas en uno de los camellones.

 

El secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, Jesús Rodríguez Almeida, informó que se aseguraron cinco armas de fuego. Y se rastrea el paradero de los dos que lograron huir.