CIUDAD DEL VATICANO. El papa Francisco pidió  la liberación de las monjas del convento de Santa Tecla en la localidad de Maalula, en Siria, que fueron secuestradas hace dos días por un grupo “de hombres armados”.

 

Al término de la audiencia de cada miércoles, el papa Francisco se dirigió a los 30 mil asistentes a quienes pidió rezar por la paz y por todos los secuestrados del mundo y entonó el Ave María.

 

Las monjas pertenecen al monasterio greco-ortodoxo de Santa Tecla en Maalula (Siria), localidad donde todavía se habla arameo, la lengua en la que se expresaba Jesús.

 

Esta zona es escenario de choques entre las fuerzas del régimen sirio y combatientes del Estado Islámico de Irak y del Levante (Siria) y del Frente al Nusra, ambos vinculados a Al Qaeda.

 

“Rezamos ahora por estas monjas, por estas hermanas y por todas las personas secuestradas a causa de un conflicto en curso. Continuemos rezando y a trabajar juntos por la paz. ¡Fiémonos de la Virgen!”, pidió el pontífice.

 

Tras sus palabras, la plaza entera rezó junto al pontífice el “Ave María”, para invocar a “María, Reina de la Paz”.

 

Durante su alocución, el pontífice argentino preguntó a las miles de personas congregadas en la plaza si creían en la Resurrección, el tema entorno al cual ha girado esta audiencia general.

 

“¿Creéis que Jesús ha resucitado? ¿Lo creéis? ¿Creéis o no creéis? Y si está vivo, ¿creéis que nos dejará morir sin resucitar tal y como lo hizo Él? No es una mentira que nuestro cuerpo resucitará”, sentenció el pontífice.

 

Según el papa argentino, “la fuerza de la Resurrección” es la esperanza del cristiano ya que, “una vez cultivada y custodiada”, se convierte en la luz que ilumina “las historias personales y comunitarias”.

 

“¡Somos discípulos de Cristo que vino, llega cada día y vendrá al final”, aseveró Francisco.

 

El papa recordó que si los cristianos tuvieran más presente esa realidad (la Resurrección), estarían menos preocupados de lo cotidiano, “menos prisioneros de lo efímero”.

 

Además, el papa Bergoglio exhortó a los presentes a “respetar y amar” el cuerpo humano.

 

“El cuerpo contiene en sí mismo la semilla de la Resurrección final, el anticipo a esta resurrección plena que recibimos como herencia. Por eso, debe ser siempre respetado y amado, un respeto que también se realiza siendo cercanos con los que sufren”, recordó.

 

Antes de la audiencia, que comenzó a las 10.00 hora local (09:00 GMT), el papa llevó a cabo su tradicional recorrido por la plaza de San Pedro, ataviado con un abrigo blanco y sobre su todoterreno también blanco, desde el que saludó a los 30 mil fieles y peregrinos que se congregaron en la plaza vaticana para atender a sus palabras, a pesar del frío reinante.