Son todavía escasos los elementos disponibles para alcanzar una consideración concluyente, pero puede elaborarse un escenario contextual e intentar una aproximación a las Fuerzas Armadas Revolucionarias-Liberación del Pueblo (FAR-LP), que irrumpió el pasado 2 de diciembre en Guerrero.

 

Una de las primeras cuestiones que se presentan es si se trata de una escisión de alguna otra organización o, en cambio, si es producto de la politización de algunos sectores que con anterioridad a este hecho actuaron por otros medios. Y ello se debe a que el cuerpo básico de sus reivindicaciones, al menos los que pueden leerse en sus dos comunicados, son antes locales y zonales que nacionales, como lo han venido expresando zapatistas y eperristas. Ello habla, aunque en forma indirecta, de sus alcances y objetivos; sin embargo, no ayuda al momento de descifrar sus orígenes porque el caso particular está condicionado por dos aspectos: por un lado, Guerrero es el estado con mayor registro de irrupciones de grupos clandestinos con características ideológicas —lo que lleva a considerar prematuramente la posibilidad de que se trata de un nuevo grupo— pero, por otro, porque la historia del eperrismo, donde la entidad no es de manera alguna la excepción, está signada por el proceso de rupturas y escisiones. La primera división del Ejército Popular Revolucionario (EPR) tuvo lugar, precisamente, en Guerrero con la conformación del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente. Y no sólo ello, pues la mayoría de las organizaciones clandestinas armadas que en algún momento formaron parte del EPR están directa o indirectamente vinculadas a la entidad.

 

Una segunda pregunta, y quizá la más acuciante, refiere a si se trata de una organización genuina o una impostura. Ello lleva a considerar varios elementos que no pueden obviarse ni sopesar uno sobre los otros. La existencia de organizaciones clandestinas armadas que se reclaman revolucionarias destaca al México contemporáneo de otras naciones, aún de Colombia y Perú y por distintas causas respecto a cada una; pero, conjuntamente a ello y con un sentido más particular —esto es, fronteras adentro— Guerrero es el epicentro de una tradición guerrillera o el protagonista principal de la guerrilla recurrente que Carlos Montemayor definió en forma magistral en sus escritos y del Guerrero Bronco del que nos habla Armando Bartra. Pero, además, porque la actualidad en el estado parece indicar que la coyuntura es propicia para tales irrupciones. No es ocioso destacar que en la línea de desarrollo en su escrito FAR-LP suscribe lo que ha sido denunciado reiteradamente, y que de ninguna manera es exclusivo en organizaciones clandestinas, tampoco revolucionarias y menos aún radicales: la situación de los damnificados por Manuel, la situación de las autodefensas, los asesinatos de dirigentes sociales, y todos los etcéteras imaginables. En este caso puntual, FAR-LP está hablando de lo que los guerrerenses hablan. Aun así, cuando un grupo novel habla es altamente probable que omita temas o situaciones puntuales que algunas lecturas políticas perspicaces hayan notado como falencia o espacio de desarrollo para otras hipótesis inentendibles fuera del contexto de la gravedad social guerrerense. No obstante, si se trata de un grupo en desarrollo, tendrá la posibilidad de especificar cualquier cuestión en futuros escritos.

 

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Ahora bien, es posible enfrentarse a una situación donde una organización que se reclama revolucionaria no sea tal. Y ello es posible porque bien podría ser un membrete implantado por sectores para-institucionales o institucionales con el objetivo de marcar bases guerrilleras reales con objetivos y estrategias contrainsurgentes o para generar algún clima previo que sirva para legitimar alguna necesidad represiva. Tanto o más grave aún será si se trata de una sigla implantada por sectores que no necesariamente están vinculados a sectores institucionales con el objetivo inmediato de legitimarse —como bien podría ser el narco y que ya existen registros previos de situaciones semejantes— para desviar el eje de una situación a otra.

 

Sin embargo, continuando con los argumentos expuestos, es posible arribar a una tercera situación hipotética: no es posible descontextualizar la aparición de FAR-LP de otros grupos que irrumpieron y desaparecieron en un mismo acto, esto es, los grupos efímeros. Víctimas de la represión o porque ya cumplieron su objetivo, éstos aparecen y desaparecen en una misma acción, por lo que hace imposible argumentar acerca de ellos sobre sus verdaderas intenciones. Lo cierto es que desde antes de antes de 1996, y más allá de las fronteras estatales, pueden rastrearse estas formas de y con disímil actividad. Pero, por otro lado, no es posible obviar que en los últimos meses estas irrupciones coinciden con fechas de alta conflictividad social y política (1º de diciembre, 2 de octubre, etcétera). En este caso particular confluye el aniversario de la asunción del presidente de México y, al día siguiente, el aniversario por el asesinato del maestro, luchador social y guerrillero Lucio Cabañas Barrientos. Lucio, sobra argumentar al respecto, es la referencia fundamental y fundacional de la lucha magisterial, política, social y armada en Guerrero y en México hasta la fecha.

 

A pesar de todo, ¿genuinos o hipócritas? Veamos sus próximos pasos. No es importante lo que dicen de sí mismos sino lo que hacen de ahora en más; a qué idea o a quiénes son funcionales y cómo se disponen cada uno de sus futuros actos. El resto es mera especulación.

 

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