El presidente Barack Obama partió el lunes hacia Sudáfrica para asistir a las honras fúnebres de Nelson Mandela, el emblemático líder de la lucha contra el apartheid.
Obama y su esposa Michelle abordaron el avión presidencial bajo un cielo lluvioso y frío para el largo viaje. A bordo ya se encontraban el ex presidente George W. Bush y las ex primeras damas Laura Bush y Hillary Clinton.
El ex presidente Bill Clinton viajaba desde Río de Janeiro, donde asistía a un evento de su fundación, y Jimmy Carter planeaba unirse al grupo en Johannesburgo.
George H.W. Bush, quien tiene 89 años, es el único ex mandatario que no asistirá. Su vocero dijo que ya no puede realizar viajes tan largos.
Los estadounidenses se sumarán a decenas de dignatarios y decenas de miles de dolientes en las honras fúnebres en un estadio en Johannesburgo. Mandela será enterrado el 15 de diciembre, luego de un funeral de estado, en su pueblo natal de Qunu.
Obama considera a Mandela un héroe, y su propio ascenso político ha provocado inevitables comparaciones con el sudafricano. Ambos fueron el primer presidente negro de su país y galardonados con el premio Nobel de la paz, aunque los allegados al estadounidense dicen que éste es consciente de las enormes diferencias entre las trayectorias de ambos.
“El presidente Obama diría que los retos que ha enfrentado palidecen en comparación con los enfrentados por el presidente Mandela”, dijo Valerie Jarrett, la principal asesora de Obama, en ocasión de un viaje del estadounidense a Sudáfrica a mediados de año.
Mandela estaba hospitalizado en ese momento y no fue posible un encuentro de ambos. Obama sí se reunió con miembros de la familia de Mandela, y junto con su esposa y sus dos hijas visitó la cárcel de la isla Robben y la pequeña celda donde el sudafricano pasó 18 de sus 27 años en prisión.
El único encuentro entre ambos se produjo en 2005, en un hotel en Washington, cuando Obama era senador. En la oficina personal de Obama en la Casa Blanca hay una foto del encuentro que muestra a Mandela sentado, sonriente y con las piernas extendidas, cuando el joven senador se inclina para estrecharle la mano. Una copia de la misma foto cuelga en la oficina de Mandela en Johannesburgo.