JOHANNESBURGO. Desde antes, muchas horas antes de que se abrieran las puertas del Soccer City centenares de sudafricanos desafiaban a la lluvia con canto, bailes y ovaciones en homenaje al que muchos de ellos llaman Tata, que significa padre en la lengua sosha, la tribu de Madiba.

 

Asumiendo lo que pudo haber sido un caos y lleno total, muchos asistentes que se proponían llegar al estadio Soccer City aprovecharon que sus puertas abrieron a las 6 am y al primer tren gratuito establecido por única ocasión para transportar a los miles que comenzaron a hacer fila a las 5 de la mañana para ocupar un asiento, cuando una llovizna que pronto se convirtió en un aguacero amenazaba a los que caminaban hacia el estadio tras el colapso de transporte.

 

Pero la lluvia no fue un impedimento para las casi 90 mil personas que entraron al estadio Soccer City de Soweto para darle un emotivo adiós al Premio Nobel, primero de los cinco días de funerales. La lluvia, en realidad, era una señal. En la tradición africana, significa que los dioses le están dando la bienvenida al difunto, los dioses abrieron las puertas a Mandela de par en par. La lluvia, sin querer, se convirtió en otro protagonista del último baile que los sudafricanos le dedicaron al padre de su nación en un homenaje histórico, colorido, lleno de música y brillo.

 

La demografía de la multitud fu notable. Había relativamente pocas personas blancas, que constituyen una de cada siete en Johannesburgo. La población más notable fue la joven, uno de ellos, Sipho Matlane de 26 años, quien encontró lugar en el estadio “He pedido el día libre para venir porque este es un momento único, irrepetible”, dijo Matlane antes de que empezaran a llegar los 91 jefes de Estado y de gobierno al Soccer City.

 

El estadio se fue abarrotando de cientos de miles de personas engalanadas con ropas de colores, portando banderas sudafricanas, luciendo gorros llamativos y sin dejar de bailar y entonar “Nelson Mandela, no hay ninguno como tú”, convirtiendo las tribunas en una rítmica marea humana que hizo temblar el estadio.

 

El estadio casi alcanzó su aforo de 90 mil personas, y pese a la falta de más color en el escenario, todos los asistentes marcharon con la satisfacción de haber rendido su último tributo a Nelson Mandela.

 

Así recordarán los sudafricanos y el mundo el 10 de diciembre de 2013, día en el que el mundo entero dio el adiós a Madiba, el mismo día en el que se cumplen 20 años desde que recibió el Premio Nobel de la Paz y el día en que se conmemora la Declaración de los Derechos Humanos.

 

Una ceremonia llena de alegría por parte de los asistentes, que se fue desinflando a medida que el agua iba cayendo. Con un sabor agridulce terminó el primer gran acto popular de despedida de Mandela. Hoy  y el viernes el féretro del expresidente desfilará por las calles de Pretoria, donde los sudafricanos tienen una nueva oportunidad de decir adiós a su líder . Nadie sabe si siguió lloviendo o si los dioses ya han tenido bastante.