QUNU. Los restos mortales de Nelson Mandela regresaron el sábado a su pueblo natal, en una zona rural de Sudáfrica. Una carroza llevó el cuerpo de Mandela a Qunu, donde siempre quiso regresar para su descanso eterno.

 

Un problema que amenazaba con provocar conflictos en el sepelio fue resuelto el sábado por la noche. Desmond Tutu, el arzobispo retirado de Sudáfrica y aliado de Mandela durante mucho tiempo, dijo que al final sí asistirá al funeral.

 

El arzobispo había dicho que no iría porque no se le acreditó como clérigo, pero luego cambió de planes y asistirá al sepelio. Su vocero Roger Friedman no explicó por qué se debió el cambio.

 

Tutu, que igual que Mandela recibió el Premio Nobel de la Paz por su oposición al apartheid, ha sido crítico ocasional del gobierno en turno.

 

Mac Maharaj, portavoz de la presidencia, dijo que Tutu está en la lista de invitados y expresó confianza en que el ex arzobispo asista al funeral. “Es una persona importante y espero que puedan encontrarse alternativas para que asista”, apuntó.

 

El asunto fue el problema más reciente durante los 10 días que ha durado el duelo por Mandela.

 

El servicio fúnebre público comenzó tarde el martes en el estadio de Soweto, hubo problemas con el sonido e incluyó a un intérprete de lenguaje para sordomudos que hizo gestos incomprensibles. Luego se supo que ese hombre había sido acusado de asesinato y otros crímenes graves.

 

También hizo evidentes las diferencias entre Tutu y el presidente Jacob Zuma. Hace dos años, Tutu criticó al gobierno emanado del Congreso Nacional Africano por no darle una visa de visitante al Dalai Lama.

 

En Qunu fue donde Mandela recorrió las colinas y cuidó ganado cuando joven, y aprendió lecciones de disciplina de los jefes tradicionales. Aquí inició su jornada —”el largo camino hacia la libertad” que lo puso al frente de la lucha de los negros sudafricanos por la igualdad racial que resonó por todo el mundo.

 

Mientras los motociclistas uniformados y personal armado escoltaban el vehículo que llevaba los restos de Mandela, la gente que esperaba al lado del camino cantaba, aplaudía y, en algunos casos, lloraba.

 

“Cuando vi pasar la carroza no podía calmar mi emoción. Sentía como si él estuviera tomando mano”, dijo Norma Khobo. “Fue muy emocionante. Lo vi”.

 

El vehículo con el ataúd de Mandela, cubierto por una bandera de Sudáfrica, llegó a la residencia familiar bajo un cielo nublado a las 4 pm hora local acompañado de un enorme convoy de policías, militares y otros vehículos, mientras un helicóptero del ejército sobrevolaba.

 

De acuerdo con las tradiciones de la etnia xhosa a la que Mandela pertenecía, se le honró colocando una piel de leopardo sobre el ataúd.

 

En el aeropuerto de Mthatha el ataúd recibió la bienvenida de una guardia militar y se le colocó en el convoy para el viaje de 32 kilómetros hasta el pueblo de Qunu.

 

La viuda de Mandela, Graca Machel, y su ex esposa, Winnie Madikizela-Mandela, se abrazaron llorosas en el aeropuerto de Mthatha a la llegada del féretro.

 

La ceremonia de despedida a Mandela inició con un homenaje el sábado en una base aérea en la capital de Sudáfrica tras la que sus restos fueron subidos a un avión hacia su destino final.

 

Hombres y mujeres soldados, con uniformes y equipo de combate, fueron apostados en posición de firmes en cada lado del camino que parte desde el aeropuerto en Mthatha mientras vacas pastaban en los alrededores.

 

Algunos civiles también se colocaron a lo largo de la ruta y se protegían del sol con sombrillas.

 

Mandela había expresado su voluntad de vivir sus últimos meses en su querida aldea rural, sin embargo los pasó en un hospital en Pretoria y después en su casa en Johannesburgo, debido a su estado crítico de salud a causa de problemas pulmonares y otras enfermedades, hasta su fallecimiento.

 

En la ceremonia solemne en la base aérea Waterkloof en Pretoria, transmitida en vivo por la televisión sudafricana, se efectuaba un servicio multirreligioso y un homenaje musical en nombre de Mandela.

 

El presidente Jacob Zuma elogió a Mandela en un relato detallado de la lucha de éste contra el régimen racista blanco y después del discurso dirigió al grupo en una canción.

 

Graca Machel, vestida de negro, lloró y se secaba las lágrimas que asomaban bajo las gafas oscuras. Winnie Madikizela-Mandela, lucía afligida al igual que el presidente de Kenia Uhuru Kenyatta y el ex mandatario sudafricano Thabo Mbeki.

 

El poema favorito de Mandela “Invictus”, estaba impreso en la parte trasera del programa de mano.

 

Mandela murió el 5 de diciembre en su casa de Johannesburgo a los 95 años de edad.