Ante el aumento de la trata de personas y los desgarradores casos de tráfico de mujeres con fines de explotación sexual alrededor del mundo, resulta difícil pensar que la prostitución sea una profesión elegida en que las mujeres de manera voluntaria ingresen sin ser víctimas de extorsión y esclavitud.

 

Si bien es cierto que entrar en el mundo de la prostitución no suele ser una elección en un principio, si puede llegar a ser una elección en un momento determinado de la vida de algunas mujeres, tal y como sucedió con la prostituta más famosa de Europa Grisélidis Réal, quien fue de las primeras mujeres que dignificaran esta profesión.

 

Nacida en 1929 en Suiza y fallecida en junio de 2005, Grisélidis, conocida como la mujer pública de Ginebra, comenzó a prostituirse a principios de los años 60 del siglo XX, empujada por la miseria económica tras divorciarse y ser madre soltera de cuatro infantes, hecho que la posicionaba en una completa situación de marginalidad.

De ser la prostitución una manera de sobrevivencia se convirtió una década después para Grisélidis en una bandera, un espacio de militancia a favor de los derechos de las trabajadoras sexuales, al participar activamente en 1975 en la Revuelta de las Prostitutas de Lyon en Francia y fundar el Centro Internacional de Documentación sobre la Prostitución (CIDP).

 

El infatigable activismo de Grisélidis, quien entendía a la prostitución como “una función social” pero libre de proxenetas y explotadores, la llevó a escribir varios libros en donde narraba sus experiencias como prostituta. Entre los más destacables están Le Noir est une couleur (El negro es un color) de 1974; À feu et à sang (A fuego y sangre) 2003 y la puesta en escena Les Sphinx du Macadam (Las esfinges de Macadam) en 2003.

 

Con el revuelo en semanas pasadas en Francia por la aplicación de una ley contra la prostitución, en que los clientes de prostitutas serán castigados con multas de 1500 euros a partir de junio próximo, si es que el Senado francés valida la nueva norma votada el 4 de diciembre, me viene a la mente Grisélidis quien bien señalaba que la esclavitud sexual no se resolverá con este tipo de medidas sino que se pondrá en mayor riesgo a las prostitutas.

 

La prohibición de la prostitución no ayuda a las víctimas de tráfico porque prohibiéndola y sancionando a los clientes, los traficantes trabajarán de forma más clandestina lo que pone a las víctimas de tráfico en mayor vulnerabilidad y a la par las prostitutas perderían aún mayor contacto con la sociedad.

 

La reivindicación del trabajo de prostituta es fundamental pues no es reconocido en lo cotidiano como otro tipo de trabajo que debe gozar de derechos y condiciones adecuadas para su ejercicio. Generalmente son rechazadas y criticadas las personas que ejercen este trabajo, ya sea por motivos religiosos o por la cerrazón mental de esa misma sociedad que hace uso de sus cuerpos.

 

Quizá con ese fin de seguir manteniendo en la marginalidad a quienes practican esta profesión es que se continúa manteniendo en espacios insalubres, sórdidos, a las afueras de las ciudades el trabajo de estas mujeres y de esta manera seguir tachando de negativo al trabajo sexual. Esta segregación pone en mayor riesgo a las personas que ejercen este trabajo.

 

Sin duda falta un largo camino para sensibilizar a las personas para que se vea al trabajo sexual como otra forma digna de ganarse la vida, y prostitutas como Grisélidis Reál han hecho una gran labor no sólo a lo largo de su vida sino también al final de la misma cuando pidió que en su epitafio en el famoso Cementerio de los Reyes en Ginebra donde yacen los personajes célebres de Suiza se leyera: “Grisélidis Réal escritora, pintora, prostituta”, reiterando su identidad y que los derechos de las trabajadoras sexuales son derechos humanos.

 

Unknown