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QUNU. Con el telón de fondo de las colinas de su infancia y envuelto en la bandera multicolor de la nueva Sudáfrica que él ayudó a crear, el cuerpo del ex presidente sudafricano e icono antirracista global Nelson Mandela fue sepultado en Qunu, Eastern Cape, donde pasó parte de su infancia.

 

Unos 400 invitados de honor, además de su familia, miembros del partido, asistieron a la parte final de la ceremonia. Previamente, el carismático líder antiapartheid fue honrado por última vez en un funeral celebrado en una gran carpa en Qunu, al que asistieron unas cuatro mil 500 personas.

 

La tienda fue levantada cerca de la antigua casa de Mandela en la localidad situada en la provincia de Cabo Oriental, en el sudeste del país, en los verdes campos en los que el Nobel de la Paz cuidaba al ganado cuando era un niño.

 

Estuvieron presentes miembros de su partido, el Congreso Nacional Africano (CNA), del gobierno sudafricano, amigos y dignatarios extranjeros. Entre las personalidades mundiales presentes estuvieron el vicepresidente iraní, Mohammad Shariatmadari, y los ex primeros ministros noruego Jens Stoltenberg y francés Lionel Jospin.

 

También celebridades como el príncipe Carlos de Inglaterra Oprah Winfrey, Bono, o el reverendo baptista Jesse Jackson. Y asistió asimismo el arzobispo sudafricano Demond Tutu, que el sábado había dicho que ante su sorpresa no había sido invitado.

 

Ceremonia

 

Seis aviones militares sobrevolaron la zona en el sur del país y tres helicópteros del ejército transportaron una gran bandera de Sudáfrica en el cierre de la ceremonia que concluyó 10 días de duelo oficial por el deceso del patriarca.

 

 

El ataúd de Mandela fue cubierto con una bandera sudafricana y llevado en procesión en un carruaje hasta la gran tienda, seguido de cientos de soldados que reposaron su ataúd en la misma tumba de su padre Mphakanyiswa Gadla Henry, su madre Noqaphi Nosekeni, y su hijo Magkatho Lewanika, mientras 21 cañonazos de salvas de artillería se escucharon.

 

Un gran retrato suyo presidía el estrado, y a sus pies 95 velas estaban dispuestas en dos filas, en forma de media luna.

 

El padre de la Sudáfrica democrática fue honrado entre otros en discursos pronunciados por un jefe tribal, un ex compañero de celda y una de sus nietas.

 

El discurso más emocionante fue el de uno de los presos que estuvo encerrado junto con Mandela por luchar contra el régimen racista del apartheid, Ahmed Kathrada.

 

De 84 años, Kathrada pasó 26 entre rejas junto con Mandela y fue liberado en 1989, un año antes que su compañero. En su discurso, recordó “al hombre sano y fuerte, el boxeador, el prisionero que tomaba el pico y la pala cuando nosotros no podíamos hacerlo”.

 

Por su parte, el presidente Jacob Zuma subrayó que el viaje de Nelson Mandela terminó, pero el de Sudáfrica hacia el progreso debe continuar porque jamás defraudaremos la memoria de nuestro héroe supremo, dijo.

 

“Nos comprometemos a llevar la visión de futuro de Mandela hasta todas las escuelas, hospitales, puestos de trabajos e instituciones sudafricanas, porque no podemos defraudarte”, agregó Zuma.

 

A los 95 años de edad, el Premio Nobel de la Paz falleció el 5 de diciembre en Johannesburgo debido a una infección pulmonar que empeoró desde inicios de 2013 y lo mantuvo bajo estricta atención médica durante casi seis meses.

 

Agencias.