CIUDAD DEL CABO, Sudáfrica.- Y el deporte sirvió como símbolo de hermandad. Es la historia de Francois Pienaar, ex capitán de los Springboks. Un hombre blanco fortísimo, con quien el hoy fallecido Nelson Mandela fraguó una amistad que ayudó a forjar un nuevo país, como lo narra Victorius, la cinta que en 2009, mostró al mundo una de las tantas estrategias de Mandela para luchar contra el apartheid.
Así lo recordó Pienaar, en una entrevista a medios locales, horas después de que el líder de la lucha contra el apartheid fuera sepultado en su poblado natal, en la provincia de Cabo Oriental.
Los principales recuerdos del capitán sobre Mandela, incluyen la sonrisa del presidente tras la famosa victoria del equipo sudafricano de rugby en la final de la Copa Mundial de 1995.
“Me hizo sentir muy cómodo, quería saber quién era yo, en realidad se preocupaba por mí como persona”, dijo Pienaar. “Fue muy bello ver su sonrisa cuando celebró con nosotros, después de que tuve el privilegio de levantar la copa”, recordó en el programa semanal Carte Blanche. “Por primera vez en la muy joven y muy frágil democracia de nuestro país, fuimos campeones mundiales. Todos fuimos ganadores”.
Mandela fue el pacificador que llevó al país de estar al borde de la guerra a la cultura incluyente de la “nación del arcoíris”. Y esa condición quedó de manifiesto con su decisión de respaldar a los Springboks en 1995. Antes de esa fecha, el equipo estaba formado sólo por blancos y estaba muy asociado con el régimen racista.
La disposición de Mandela para unir fuerzas con Pienaar, el rubio capitán, descendiente de la minoría blanca que gobernaba el país, mostró a los sudafricanos de todas las razas que debían estar unidos.
La mayor sorpresa que Mandela le dio al duro capitán fue vestir un jersey con su apellido (Pienaar) que éste le había regalado, un hecho que reafirmó su apoyo hacia los Springboks, lo que le acarreó las simpatías de los blancos aficionados al rugby y cambió la actitud de los negros hacia ese deporte que antes consideraban una extensión del apartheid.
“Recuerdo que antes del partido final, se abrió la puerta del vestidor y el señor Mandela entró vistiendo el jersey de los Springboks. Sólo dijo: buena suerte y al darse la vuelta vi que tenía mi número”, dijo Pienaar. “Estaba tan emocionado que no podía cantar el himno… no podía cantar el himno porque pensé que iba a empezar a llorar”.
Mandela murió el 5 de diciembre a la edad de 95 años y Pienaar había hablado poco desde entonces de los momentos íntimos que compartió con el presidente en un momento definitivo.