El uso que le damos a los celulares es inmenso. Desde hablar, enviar mensajes, tomar fotos, hasta la infinidad de aplicaciones que nos ayudan a tener una vida más llevadera y entretenida. Afortunadamente la cantidad ingente de información que se genera en estas aplicaciones es muy valiosa para la toma de decisiones importantes. Por ejemplo, con la geolocalización es posible el estudio del movimiento de tráfico en zona urbana, como la cantidad de coches que pasan por un punto, el tamaño de la fila, siendo estos datos oro molido, ya que pasados a modelos informáticos, ayudan a decidir sobre qué carreteras construir, qué tiempos distribuir en los semáforos, qué nuevas líneas de metro se deberían construir, entre otras utilidades. Aunque parezca ciencia ficción, mucha información de este tipo ya se recoge para estudiar los patrones de tráfico en París, y controlar las masas en conciertos en Bélgica.

 

Durante los últimos cinco años hemos asistido al nacimiento y explosión del llamado Big Data, donde grandes cantidades de información, y su metodología y tecnología para procesarlos han dado interesantes resultados. El año pasado la empresa de telefonía France Telecom realizó un experimento con los datos de su subsidiaria en Costa de Marfil. Para ello, reunió y anonimizó todos los detalles de dos mil quinientos millones de llamadas y SMS entre sus cinco millones de usuarios entre diciembre de 2011 y abril de 2012. Esta información la dividió en diferentes conjuntos en función lo que se buscaba (comunicación entre torres, movilidad, etc). De esta manera se creó el Data for Development, un proyecto abierto a centros de investigación públicos o privados, que pasarían a tener los datos y a su vez presentarían investigaciones con estos datos.

 

El proyecto ganador, de los 83 proyectos presentados, fue de la Universidad de Birmingham que abordó el tema de la movilidad humana como factor clave para la propagación de enfermedades. Simuló varios escenarios de epidemias y evaluó los mecanismos para contener la propagación de enfermedades, basándose en la información acerca de las personas, la movilidad y los vínculos sociales.

 

Otro proyecto relacionado con enfermedades se realizó en Kenia, donde durante un año y medio, rastreó los datos móviles con la dispersión de malaria, obteniendo información de mapeo de ambos. Así, descubrieron focos de contagios y fueron capaces de presentar campañas de vacunación que redujeron considerablemente la epidemia.

 

Asimismo estudiaron las divisiones étnicas en los barrios de Nairobi donde se puede ver las relaciones y delimitaciones de grupos, y la resultante eran las diferentes etnias en la capital. Esta información en tiempo real permite conocer dónde están y a dónde se dirigen los miembros de etnias en un enfrentamiento, por ejemplo.

 

Otro trabajo, de la Universidad de San Diego (California), analizó las divisiones sociales basadas en los datos de llamadas, mostrando cómo las llamadas entre usuarios permiten visualizar un mapa de conexiones locales que están basados en los lazos de unión. Considerando que en Costa de Marfil existen 60 lenguas locales, este método sirve para ver la importancia de la asociación que existe entre las divisiones geográficas de la población basados en etnia, idioma, religión o diferencias políticas. La importancia de este proyecto radicó en que Costa de Marfil es un país donde existen muchas disputas políticas y la comprensión de estas divisiones es fundamental para superarlas. Incluso en una universidad se puede utilizar para ver la unión o desunión de diferentes grupos. Pueden estar dibujados con diferentes colores según la raza y se podría ver la separación entre blancos y negros, con hispanos o por el contrario la percepción de unión entre todos estos grupos.

 

La capacidad para analizar toda esta información es ahora posible gracias a la tecnología. Es sorprendente la enorme cantidad de información que se puede recoger y las buenas acciones que se pueden realizar con dicha información.