El director de cine Michael Haneke, que se ha vuelto de culto entre cinéfilos de todo el mundo gracias a películas como Código desconocido, Caché y La pianista, aseguró que el cine más interesantes está en el tercer mundo.

 

“Ellos tienen problemas con los que realmente luchan, por los que arden, contra los que realmente quieren hacer algo” afirmó; por otro lado, el cine hecho en Europa y Estados Unidos, generalmente, sólo es de esparcimiento.

 

Este 2013, Haneke se hizo acreedor al premio Oscar por Mejor película extranjera por Amour, la historia de un matrimonio en la parte final de sus vidas y los actos extraordinarios a los que se tiene alcance gracias al amor.

 

A partir de este galardón ha recibido múltiples ofertas para trabajar en Estados Unidos, sin embargo, Haneke está convencido de que para este público el mundo tiene que ser explicado o explicable a través del cine y hay que irse a casa tranquilos. Eso es justo lo que a él no le interesa en el quehacer cinematográfico.

 

A pesar de que ya trabajó en Estados Unidos, haciendo un remake (Una copia cuadro por cuadro) de su propia película: Funny Games, no parece estar dentro de sus planes volver a filmar ahí, y es que su cine es implacable y personal, una exposición cruda de la realidad, Haneke plantea situaciones de violencia, sexo y represión, que son resultado la misma condición humana. La angustia que esta experiencia origina en el espectador es para él un recurso para provocar una reflexión sobre las estructuras de la sociedad moderna, para lo que piensa, el público norteamericano no debe estar listo.