ANKARA. El acosado primer ministro de Turquía subió el tono de sus críticas a un clérigo musulmán residente en Estados Unidos y considerado una amenaza a su gobierno, insinuando por primera vez que seguidores de éste se han infiltrado en la policía y el poder judicial y están liderando una pesquisa anticorrupción contra sus aliados.
Analistas en tanto apuntaron a una creciente evidencia de una alianza incómoda entre el gobierno de base islamista del premier Recep Tayyip Erdogan y las fuerzas armadas, que durante años le han considerado con suspicacia.
Es escándalo está revelando las fisuras entre la elite de Turquía, sacando a la vista pública disputas por el poder que hasta ahora habían permanecido mayormente ocultas.
Erdogan ha acusado frecuentemente a fuerzas exteriores de tratar de desestabilizar el país — en la ocasión más reciente durante masivas protestas contra el gobierno a mediados del año — pero ha ampliado recientemente sus denuncias, incluyendo a enemigos internos a los que califica de “peones”. Mientras, los turcos ven con incredulidad a dos grupos islámicos claramente atacándose entre sí.
Muchos dicen que la investigación de corrupción fue orquestada por seguidores de Fetula Gulen, un clérigo musulmán residente en Estados Unidos cuya red incluye un imperio global de negocios, prensa e intereses en educación.
Hasta hace poco, Gulen era partidario del gobierno, pero la disputa por el poder con Erdogan se ha vuelto cada vez más pública. En semanas recientes, Gulen ha orado porque “Dios incendie sus casas” y Erdogan ha respondido con una promesa de “sacarles de sus cuevas y exponerles”. Ninguno ha dicho el nombre del otro, pero no han dejado dudas del blanco de sus críticas.
Erdogan insinuó el sábado que los seguidores del movimiento de Gulen se habían infiltrado en la policía y el poder judicial.
“Hay una seria campaña de calumnias y existe una organización, una pandilla, que se ha establecido dentro del estado”, dijo Erdogan. “Existen funcionarios judiciales que están difamando a personas inocentes. Y están también dentro de la policía”.
Las Unión Europea pidió el sábado a Turquía que haga un manejo transparente del escándalo, ante las preocupaciones de que el gobierno intenta suprimir la pesquisa, que afectaría a personas cercanas Erdogan.
El primer ministro reorganizó esta semana su gabinete y despidió a ministros cruciales después del arresto bajo cargos de soborno de 24 personas, entre las que figuraban hijos de tres ministros que posteriormente renunciaron.
Erdogan ha adoptado medidas que a decir de sus detractores están dirigidas a impedir la investigación, incluida la destitución de funcionarios policiales.
Erdogan también había cambiado las disposiciones policiales a fin de que las investigaciones sobre corrupción fueran canalizadas hacia autoridades policiales y judiciales del más alto rango cercanas al gobierno, aunque una corte superior turca anuló esa medida.
En tanto, una multitud calculada en unas 4.000 personas se reunió el sábado en el centro de Ankara en una protesta que convocó el sindicato de empleados públicos. Los manifestantes pedían la dimisión del gobierno y gritaban a coro “¡Que les rompan las manos a los ladrones!”.
No se informó de inmediato sobre hechos de violencia.
El viernes, la policía antidisturbios utilizó chorros de agua, gas lacrimógeno y balas de plástico para repeler a centenares de manifestantes que intentaban llegar a la plaza principal de Estambul, mientras algunos inconformes lanzaban cohetes y petardos contra la policía. La policía también disolvió una protesta similar en Ankara.
El titular de la Comisión de Ampliación de la Unión Europea, Stefan Fuele, manifestó preocupación por el escándalo y afirmó que éste debía ser manejado de una “manera transparente e imparcial”.
Fuele celebró la decisión de un tribunal superior de Turquía de bloquear las nuevas disposiciones policiales sobre las indagatorias, y afirmó que la medida del gobierno había “socavado el proceder y la independencia del sistema judicial”.