Pocas profesiones inciden tanto en la vida de tantos, como la que ejercen los maestros. Sí, me atrevo a compartir con ustedes estas reflexiones, porque tengo el privilegio de ser profesor en Educación Superior y me emociona saber que puedo contribuir en la formación profesional de cientos de jóvenes, en alentar sus intereses académicos para que finalmente se conviertan en generadores de bienestar para sus familias y personas que con su trabajo contribuyen al desarrollo de México.

 

Inmersos en esta ola tecnológica que ha empequeñecido el planeta, es obvio que nuestro país necesita de capital humano con una instrucción sólida que nos permita participar exitosamente en los procesos implicados a la mundialización. Así se hace necesario agregarle una característica a la instrucción pública: ser competitiva.

 

En esta dinámica, el Presidente Enrique Peña Nieto decidió actuar con audacia, convocando a las principales fuerzas del espectro político nacional en un mecanismo de concertación política inédito en Hispanoamérica: el Pacto por México. En la agenda se colocó como compromiso y prioridad una Reforma Educativa, en donde se reconocía que era necesario el viraje en el tema para sentar nuevas bases y así obtener mejores resultados en el futuro.

 

Como referentes para el análisis, están los famélicos resultados de aprovechamiento que los nenes mexicanos tienen con respecto a sus pares de otros países, los destinos “ineludibles” de fracaso escolar en las zonas más pobres y los derechos “Dinásticos” consentidos por algunas notables jerarquías sindicales.

 

Así, como resultado de exhaustivas deliberaciones, la Reforma Educativa fue aprobada, misma que sintetiza en consecuencia este aforismo que me atrevo a sugerir: En México, los niños son los únicos que tienen privilegios.

 

Evidentemente que si los conocimientos de un niño jalisciense que cursa el primer año de secundaria son equiparables a los que adquiere un nativo de Shenzhen, (China) durante el cuarto año de primaria, el problema no es del tapatío, sino de un sistema educativo nacional cuya eficiencia terminal no es la óptima.

 

Para lograr una nueva hoja de ruta que nos guíe al éxito, la Reforma Educativa plantea las siguientes estrategias:

 

a) Actualizar programas de estudio con el acuerdo del Gobierno Federal y las entidades, permitiendo la participación de los padres.

 

b) Crear Servicio Profesional Docente. Esto implica que los méritos académicos de los aspirantes a maestros serán los únicos argumentos para asignar plazas y promover ascensos. Así, aunque se enojen algunos gremios magisteriales, los puestos laborales no se heredan ni se venden al mejor postor.

 

c) Instituir un Sistema Nacional de Evaluación. Esto se logrará con los resultados de la gran auscultación, en donde deben estipularse las necesidades propias de cada región, para así mantener criterios mínimos de infraestructura y gestión educativa. Adicionalmente se impedirá la venta de alimentos que alienten problemas como la obesidad.

 

d) Incrementar la oferta de escuelas de tiempo completo. Así los alumnos pueden mejorar su aprovechamiento, tener una actividad física que los mantenga saludables y contar con opciones de esparcimiento.

 

Sin aceptar chantaje o simulación, la Reforma Educativa va, como resultado de la exigencia social que percibe las debilidades formativas de años, ante la convocatoria de un mundo vertiginoso y donde nuestras nuevas generaciones deben estar aptas para hacer de México un país que se encuentre en la élite internacional.

 

 

* Presidente del Frente Juvenil Revolucionario del PRI

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