El Papa Francisco visitó hoy el nacimiento gigante que adorna la Plaza de San Pedro del Vaticano, obra de artesanos de Nápoles (centro-sur de Italia), colocado junto al obelisco central y a un árbol de Navidad de 25 metros.
Poco después de las 18:25 horas locales (17:25 GMT) una banda de música de la Guardia Suiza Pontificia llegó hasta el centro de la Plaza y tocó algunas melodías mientras esperaba a Jorge Mario Bergoglio, que llegó a bordo del papamóvil blanco unos minutos después.
En el vehículo, el pontífice dio una vuelta muy cerca de las vallas donde muchos fieles se habían congregado, su recorrido lo realizó en medio de los saludos y gritos de la gente.
Al llegar al centro de la plaza fue recibido por el cardenal Giuseppe Bertello, jefe de la Gobernación del Estado Vaticano, y en broma exclamó: “Me voy a pescar un resfrío de aquellos”, por lo fresco de la noche romana.
Luego se dirigió junto al nacimiento y se puso a rezar, unos instantes, frente a la escena navideña mirando fijamente al niño Jesús.
Además saludó a artesanos y trabajadores que participaron en el montaje.
Antes de irse tuvo su ya tradicional gesto de cercanía con la gente. Se acercó a las vallas y comenzó a saludar a los fieles presentes, a quienes dio la mano, besó a varios bebés y hasta hizo chistes.
Subió al papamóvil para regresar al Vaticano pero en su camino debió pararse para saludar a otros feligreses.
El nacimiento napolitano está compuesto por 16 estatuas de tamaño natural, que llegan incluso a medir dos metros, realizadas en terracota policroma con ojos de cristal y vestidos en tela, que recuerdan las composiciones del siglo XVIII.
Los personajes son San José y la Virgen María con el niño Jesús, los Reyes Magos, dos figuras rústicas, una de ellas con capucha, un noble oriental, un pobre, una mujer anciana y una gitana que se convierte ante el bebé, otra niña acompañada por una joven y otro pequeño.
Las imágenes fueron ubicadas al interior de un escenario que recuerda el paisaje rupestre de la región Campaña. Todas las vestimentas son sencillas, a excepción de aquellas de los Magos de Oriente en actitud de adoración.
Una particular disposición permite que el pesebre pueda ser admirado desde todos los lados, a 360 grados. Todo estará cubierto por una atmósfera calurosa, gracias a una técnica de iluminación que permite un juego de luces y sombras.