MOSCÚ. Una bomba estalló dentro de un trolebús del transporte público ayer en la mañana en Volgogrado, con tal fuerza que reventó las ventanas de un edificio de viviendas de cinco plantas que está enfrente de donde pasaba y por lo menos 14 personas que viajaban a bordo fallecieron.
Autoridades rusas ordenaron reforzar la seguridad en estaciones de tren y otras instalaciones públicas en el país tras el ataque suicida del lunes.
Se trató del segundo atentado en dejar víctimas mortales en dos días.
El domingo, un atacante suicida detonó un artefacto explosivo en la entrada de una congestionada estación de trenes en Volgogrado. La ciudad, antiguamente conocida como Estalingrado, está a 900 kilómetros al sur de Moscú y a unos 650 kilómetros al noreste de Sochi, un balneario en las costas del Mar Negro que está rodeado por las montañas del Cáucaso del Norte.
Más de 30 personas murieron en las dos explosiones, lo que generó fuerte tensión en la ciudad de un millón de habitantes y puso de manifiesto la amenaza terrorista que enfrenta Rusia mientras se apresta a ser sede de las Olimpiadas en Sochi (del 7 al 23 de febrero de 2014).
Las autoridades creen que el mismo grupo cometió los atentados en la estación ferroviaria y el autobús eléctrico.
Aunque los terroristas puedan tener dificultades para infiltrarse en las instalaciones olímpicas rigurosamente vigiladas, las explosiones demuestran que puedan hacer daño a la población civil en otros lugares de Rusia con sorprendente facilidad.
El aumento de la seguridad ocurre cuando los rusos se preparan para celebrar el Año Nuevo, la fiesta más importante del país.
En San Petersburgo, la segunda ciudad más grande de Rusia, el gobernador canceló el espectáculo de fuegos artificiales.
Putin convocó a autoridades para que le informaran de los ataques y envió a Alexander Bortnikov, jefe del Servicio de Seguridad Federal, a supervisar la investigación.
Tras reunirse con autoridades de Volgogrado, Bortnikov dijo que las autoridades confían en encontrar pronto a los responsables.
CENTRO CLAVE
Volgogrado es un centro clave para el transporte hacia el sur de Rusia, ya que de ahí salen numerosos autobuses interprovinciales hacia la volátil región del Cáucaso Norte, donde grupos insurgentes tratan de crear un estado islámico.
Vladimir Markin, portavoz de la principal agencia de investigación rusa, dijo que en el ataque del lunes se usó una bomba similar a la utilizada el domingo en la principal estación ferroviaria.
“Eso confirma la versión de los investigadores de que los dos ataques terroristas estaban vinculados”, indicó Markin en una declaración. “Podrían haber sido fabricadas en un mismo lugar”.
El vocero dijo que un atacante suicida fue el responsable de la explosión en el autobús, lo que contradijo un comunicado previo de las autoridades que decía que la bomba fue dejada en el área de pasajeros.
Al menos 14 personas perdieron la vida el lunes y casi 30 resultaron heridas, de acuerdo con autoridades de salud pública. Hasta el momento se desconocía si el agresor está entre los fallecidos.
Diecisiete personas murieron en el atentado suicida del domingo, incluido el atacante, informaron funcionarios.
Las autoridades no dijeron qué grupo es responsable del ataque y nadie se atribuyó la autoría de los atentados, pero éstos ocurrieron meses después que el líder rebelde checheno Doku Umarov amenazara con lanzar nuevos ataques contra blancos civiles en Rusia, inclusive en las Olimpiadas de Sochi en febrero.
Los ataques sucesivos en Volgogrado pueden ser muestra de que los milicianos tienen posibilidades de causar daño más allá de su zona de operación tradicional.
La ciudad también es un importante símbolo que enorgullece a los rusos desde la histórica batalla de Estalingrado durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los soviéticos revirtieron la corriente contra los nazis.
“Volgogrado, que constituye un símbolo del sufrimiento ruso y de victoria en la Segunda Guerra Mundial, ha sido elegida por los líderes terroristas precisamente por el valor que tiene en la mente popular”, destacó Dmitry Trenin, director de la oficina de Carnegie Endowment en Moscú.
Las autoridades rusas no han establecido medidas de seguridad para revisar a quienes suben a los autobuses, lo que hace a este transporte el ideal para los terroristas en la región. Hace pocos meses se estableció el requisito de mostrar una identificación al momento de comprar boletos, como se hace en los trenes y aviones, pero el procedimiento no se ha aplicado con rigor y algunas rutas no están controladas.
En la explosión de la estación ferroviaria, el suicida detonó sus artefactos frente a un detector de metales antes de la entrada principal de la estación, cuando un sargento de la policía comenzó a sospechar y se precipitó hacia adelante para comprobar una identificación, dijeron las autoridades. El policía murió por la explosión y otros agentes resultaron heridos.
En octubre un atentado suicida en un autobús causó la muerte de seis personas. El viernes tres más fallecieron tras la explosión de un auto cargado con explosivos en la ciudad de Pyatigorsk.
El Comité Olímpico Internacional expresó sus condolencias por el atentado del domingo, pero dijo que confía en la capacidad de Rusia para garantizar la seguridad durante los juegos de Sochi.
BAJO ADVERTENCIA
MOSCÚ. Los dos atentados suicidas perpetrados en la ciudad rusa de Volgogrado amenazan los preparativos para los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi.
“Por supuesto que estoy asustada. No estaba preparada para algo así. Pero pienso que los organizadores se ocuparán de los deportistas y que en la Olimpiada tendremos altos niveles de seguridad”, dijo Marit Bjoergen, triple campeona olímpica de esquí de fondo.
La muerte de más de una treintena de personas no sólo ha enlutado a la antigua Estalingrado, sino que ha disparado todas las alarmas en Sochi.
Precisamente, la seguridad era vista desde un principio como el principal hándicap para los primeros Juegos Blancos que organizará Rusia, que esperaba mejorar con esta cita su imagen como país serio, estable y, lo que es más importante, seguro.
“Algo parecido ocurrió en Noruega. Tales sucesos son siempre desagradables. Existen cosas más importantes que las competiciones de esquí. Ya nos habían dicho que en Sochi podían ocurrir ataques terroristas”, añadió Bjoergen en declaraciones a la televisión noruega.
Un posible aplazamiento sería un durísimo revés para el Kremlin, que tiene previsto gastar 50 mil millones de dólares para organizar los Juegos de Invierno más caros de la historia.
Putin, una gran aficionado a los deportes de invierno, quiere utilizar Sochi para legitimar su poder a ojos de la comunidad internacional y para modernizar su país, al igual que ocurriera con Corea del Sur en los Juegos Olímpicos de 1988.
En julio pasado el líder de la guerrilla caucasiana, el chechén Doku Umarov, amenazó con abortar los Juegos, que tachó de “bailes satánicos sobre los huesos de nuestros antepasados”.
“Como muyahidines estamos obligados a impedirlo por cualquier medio permitido por Alá”, afirmó en un video Umarov, quien ha sido dado muchas veces por muerto.
Entonces, Umarov declaró el levantamiento de la moratoria a las operaciones terroristas fuera del Cáucaso, ya que las autoridades se lo tomaron como un “signo de debilidad” y “no como un acto de buena voluntad”.