Pergaminos interminables, tinta negra en letras, signos y sombras. Sobre la totalidad de la espalda, un par de ángeles triunfan sobre un demonio vencido y de cabeza, mientras que dos más, a la altura casi de la cintura, lucen apanicados por la ferocidad de los celestiales seres alados. Alrededor de los brazos, fragmentos de las escrituras (Salmos) y una palabra grande sobre el bíceps posterior derecho: Respect (respeto). Así se ven los brazos pecho y espalda de Colin Roland Kaepernick, quarterback de los 49ers de San Francisco, que 365 días después ha vuelto a la postemporada para repetir una dosis que se le convierte en costumbre: vencer a Green Bay (tiene marca de 3-0 ante los Empacadores), pero sobre todo para llevar a sus Gambusinos por segundo año consecutivo al Super Bowl, para ahora sí ganarlo.

 

Velocidad y calma. Bien podría ser el lema del número siete de los 49ers. El mismo que de manera magistral devoró con la parsimonia que lo habría hecho su mascota Sammy (una enorme tortuga) los cuatro minutos finales en el duelo ante Empacadores hasta dejar el reloj con tres segundos, apenas los necesarios para que los de la bahía sacaran el triunfo por tres de diferencia sobre los cabezas de queso. Una demostración digna de un mariscal de campo con algo más que sólo tres años en la Liga.

 

Por eso es que San Francisco luce tan peligroso en esta postemporada. Cierto es que aún tiene que visitar a las Panteras en Carolina, pero también lo es que están considerados como los únicos capaces de detener a la potente escuadra de los Halcones Marinos de Seattle, que tendrán su duelo divisional en casa ante los Santos de nueva Orleans.

 

Seattle, no es secreto, es el gran favorito para estar en Nueva York en el partido grande; tienen la ventaja de que jugarán en casa toda la postemporada, un estadio donde San Francisco ya supo lo que es el dolor, no por nada fue apaleado por los Halcones en aquella dolorosa visita. Pero estos no son los mismo Gambusinos, como tampoco serán los mismos que cayeron ante Carolina en la semana nueve.

 

De entrada tienen a Kaepernick en uno de sus mejores momentos, con la confianza entera, leyendo mejor que nunca la defensiva de los oponentes, sin contar que cuenta con el apoyo de Frank Gore a la hora de acarrear el balón, a quien por cierto superó en yardas por tierra en el último duelo ante los Empacadores.

 

Nada raro en surgido en la Universidad de Nevada, donde Colin fue el primer quarterback de la División Uno FBS en correr para mil yardas en una temporada, cuatro mil en total en su etapa como colegial sólo en yardas por tierra, porque por aire el hijo adoptivo de los Kaepernick sumó 10 mil yardas.

 

No es todo, el seleccionado en la segunda ronda del Draft de 2011, tiene equipo completo. Dispone de Michael Crabtree para ir por aire, sin olvidar el aporte del ala cerrada Vernon Davis, quien aunque sufrió una conmoción ante Green Bay, se estima estará listo para Carolina.

 

Y ni hablar de la defensiva de San Francisco y ese grupo de apoyadores que serán una pesadilla para Cam Newton en los controles de Carolina, equipo que claro, no está descartado, pero por madurez, y momento, los 49ers parecen decididos por aquello que los Cuervos les arrebataron hace un año. Kaepernick y esos brazos llenos de tinta, talento y mensajes tiene el potencial y la fe para lograrlo.