Una de las paradojas de la globalización es que a pesar de que las fronteras se resquebrajan gracias a los tratados comerciales, pactos regionales y/o uniones continentales, la población continúa nutriéndose de estereotipos. El Centro de Investigaciones Pew (Pew Research Center), un think tank especializado en actitudes y tendencias sociológicas, y que está asentado en Washington, acaba de publicar un estudio anual sobre la relación socio/enemigo que perciben los habitantes del mundo sobre Estados Unidos.

 

En México, el 18% de la población considera que Estados Unidos es una nación enemiga. De una larga lista, ocupa el lugar número 13. (La cifra es similar a la que publicó el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) el año pasado. El estudio México, las Américas y el Mundo: 2012-2013; en él, el 20% de los mexicanos tienen una imagen muy mala sobre Estados Unidos.) La lista de países que perciben a Estados Unidos como enemigo la encabeza Palestina, 76 por ciento. La cercanía histórica entre Israel y Estados Unidos es la base de las percepciones negativas por parte de los palestinos a pesar de que el presidente Obama ha tratado de darle un golpe de timón a la simbiosis que tuvo Bush con la nación amiga. Le siguen Pakistán (64%), una nación que recibe ataques frecuentes de drones estadunidenses; Turquía (49%) un país que a pesar de que su presidente se acercó a Estados Unidos para articular una estrategia en contra de Siria, sus habitantes anteponen su religión, y cultura general, a la promovida por los estadunidenses.

 

Durante 2013, dos acontecimientos permearon en el intelectual colectivo de México, en relación con Estados Unidos. El primero de ellos, endógeno, fue la decisión que tomó el presidente Enrique Peña Nieto, de ventilar la relación que sostuvieron las agencias de investigación estadunidenses con sus respectivas contrapartes mexicanas. Muchas ventanillas permanecieron abiertas durante el sexenio del Presidente Calderón. Un ejemplo es el caso revelado por Wikileaks en el que el entonces Secretario de la Defensa, Guillermo Galván Galván comentó a un alto funcionario de una agencia de investigación que la situación en Michoacán llamaba a realizar una reflexión para considerar a Michoacán como un estado de excepción, a lo que el entonces secretario de Gobernación, Fernando Gómez-Mont se negó rotundamente.

 

El evento exógeno ocurrió hacia el segundo semestre del año pasado, momento en el que Edward Snowden revela las estrategias y las acciones en materia de espionaje por parte de Estados Unidos. La medición de la reacción popular mexicana, se identifica, de manera cualitativa en el momento en el que el canciller Meade reacciona ante el espionaje de Estados Unidos. Para muchos mexicanos, la reacción fue tibia por poco enérgica.

 

Las percepciones generalmente toman la forma de los estereotipos. En 2013, el tema de espionaje permeó a través de los medios de comunicación, y son éstos, una fuente natural en la industrialización de las percepciones.

 

Las percepciones de los ciudadanos tienen a ser asimétricas en muchos casos debido a las interacciones bilaterales. Por ejemplo, entre los países que tienen mala imagen en Estados Unidos se encuentra México, mientras que en Francia, Brasil e Italia la imagen del país es notablemente positiva.

 

Los 20 años de vida del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá han calado en segmentos específicos y minoritarios entre la población mexicana, no así en el grueso de la población, cuya ambivalencia amor/odio hacia Estados Unidos es tan vulnerable que una película hollywoodense puede llegar a trastocar emociones entre los mexicanos.

 

Entre los países latinoamericanos, México ocupa el cuarto sitio en la lista de países que considera a Estados Unidos como enemigo, después de Venezuela (39%), Argentina (23%) y Bolivia (21%). Por lo que toca a Venezuela, las campañas de comunicación que desarrollaba el presidente Hugo Chávez dejan claro que fueron muy exitosas. Respecto a Argentina, los litigios gubernamentales entre el gobierno de Cristina Kirchner con Estados Unidos fueron traducidos, por la presidenta, a una narrativa de enemistades. En Bolivia, Evo Morales ha seguido la estela de la narrativa bélica del presidente venezolano.

 

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