Ben Kaufman dice que es de Nueva York y todos los días ve el Empire State, edificio que se construyó en 410 días. “Se tardaron 410 días en construir uno de los más icónicos edificios del país”, recalca al iniciar su charla en algún lugar de Las Vegas hace unas semanas. El estado de las invenciones en estos días es penoso, recalca el fundador de Quirky. “Es lento”.

 

La gente que lo escucha asiente cuando comienza a decir que todos somos inventores, que todos alguna vez tuvimos la pasión de querer inventar algo, un cohete para volar que pudiéramos atar a nuestra espalda. Pero en algún punto, paramos.

 

“Paramos pero no porque perdimos nuestra alma creativa. Paramos porque inventar es duro. Es difícil ser un inventor y es difícil poner un producto para los consumidores en el mercado”.

 

El problema, agrega, no es sólo dinero. Es involucrarse en todas las disciplinas que se apropiaron del contexto de un producto lo que hace difícil crearlo. Como las tiendas y distribuidores.

 

“Yo inicié Quirky hace cinco años con una simple misión: hacer la invención accesible”, dice Kaufman.

 

Este gordito malhumorado comenzó la empresa con un préstamo que le hicieron sus padres empeñando su hogar y con el dinero que obtuvo con su empresa mophie, una desarrolladora de accesorios para iPod (de hecho, mophie ganó el Best of Show durante el MacWorld 2006).

 

En junio de 2009 nació Quirky, una plataforma que en poco tiempo ha generado alianzas con empresas del tamaño de General Electric, ante los inventos que salen de sus participantes. En promedio lanzan tres productos cada semana al mercado.

 

Miles de personas de todo el planeta usan la plataforma para postear sus ideas e iniciar un proceso colaborativo para llevarlas a la realidad si se escuchan viables.

 

Cuenta el caso de un estudiante de secundaria que tuvo una idea hace seis años más o menos. Las ideas comenzaron a surgir cuando la NASA lanzó un desafío en su escuela, de diseño de productos nuevos que sirvieran para comercializarse. Tuvo la idea de crear una extensión con seis conexiones flexibles. Al poder moverse cada uno de los contactos, eso permite que los eliminadores y conexiones puedan acomodarse y conectarse al mismo tiempo. Ese es uno de los grandes problemas de las extensiones convencionales, a veces sólo puedes conectar tres cajitas de energía y tres espacios se quedan tapados por el tamaño de los carga corriente.

 

“Tuvo esta gran idea de una extensión articulada y flexible. La metió al concurso de la NASA y de hecho ganó”, recuerda Ben Kaufman. “¿Saben qué le dieron de premio? Una playera”.

 

La risa de apodera de los presentes en la charla del creador de Quirky.

 

“Le dieron su playera y le dijeron buen trabajo niño, sigue tus sueños”.

 

Ben dice que con la playera, el chico no pudo comercializar su idea. Guardó el concepto unos años hasta que escuchó hablar de Quirky.

 

Un lunes registró su idea en la plataforma. El jueves tenía los votos suficientes para conseguir apoyo y hacer realidad el producto. Esa misma noche, todo un equipo de ingenieros en Quirky ya trabajaba en el concepto, en su laboratorio de Nueva York.

 

“Probamos varios modelos y conseguimos después todos los permisos, algo que no podría hacer con la playera que le regaló la NASA”.

 

Después mandaron el producto a una línea de producción a China.

 

El producto salió a las tiendas como Pivot Power.

 

Jake Zien, el joven que ganó el concurso de la NASA, se convirtió en millonario días después de que Pivot Power comenzó a venderse.

 

“Que es algo mejor que recibir una playera”, dice el fundador de Quirky para dejar en claro que su plataforma es una vía para hacer las ideas realidad, para volver a ser inventores.

 

Dice que los mexicanos nos podemos acercar a la plataforma y probar fortuna.

 

Kaufman basa su idea en la velocidad con que antes se construían las cosas. Regresa al ejemplo del Empire State, una historia que su familia siempre la contaba, sobre el orgullo de ser estadunidense durante el siglo pasado.

 

Tienen cientos de productos, miles de personas trabajando y millones de dólares listos para invertirse.

 

“Hacemos esto porque creemos que las mejores ideas del mundo, no vienen de sitios como este (una reunión de expertos en tecnología). Vienen de las salas de los hogares”.

 

Quirky representa a un nuevo sector que está retando a las grandes empresas al momento de generar innovación. Es la base de la sociedad lanzando ideas y concretándolas sin necesidad de pasar por el doloroso proceso de pertenecer a una empresa durante décadas antes de ser escuchado. O de ser amigo del amigo para conseguir fondos y lanzar un producto que tal vez nunca llegará a las tiendas.

 

En este momento, Quirky representa una de las empresas que más dispositivos conectados a internet ha desarrollado y puesto en la calle. Más allá de conceptos, ellos tienen ya un monitor personalizable que te indica tus actividades online, que se llama Nimbus. Y el Porkfolio, un cochinito que utiliza una aplicación que se descarga en tu celular y que te indica cuánto has ahorrado.

 

Quirky tiene alianzas con General Electric y distribuidores en todo Estados Unidos, que le dan respaldo a esas ideas que parecen una locura para algunos inversionistas pero, en la comunidad online, cobran vida y demuestran que son objetos rentables que tienen un potencial comprador en este momento. Aunque muchas veces se vean como objetos sumamente sofisticados que algunos sujetos que crecieron en los 80 no les encuentran sentido.

 

Ben Kaufman sale corriendo de la sala y dice que hay que atreverse a crear, a ser inventores, a perseguir los sueños. Hoy están las herramientas que nos permiten probar si lo que soñamos hace sentido para otras personas.

 

“Vayan a Quirky.com, metan su idea”, es todo lo que tengo que decirle a los mexicanos. “Sacamos al mercado tres ideas a la semana y vienen de todo el mundo, si tu idea es la mejor, nos aseguraremos que tenga éxito”.